CUANDO Rita Barberá era joven no había colchones de látex, ni viscoelásticos, ni con sistemas antiácaros... eran de lana y punto. Ahora, en su madurez, están equipados con todo tipo de modernidades para que el sueño sea más reparador. Pero a ella no le hacen falta; ni siquiera necesita una almohada cervical. La comodidad de su escaño le llega para dormir a pierna suelta. Eso sí, se despierta para votar con el PP en contra de la supresión de los aforamientos. ¡Menuda pesadilla quedarse sin ese derecho!