Villar se empeña en restablecer la maldición de los cuartos de final


EL tiempo de Del Bosque al frente de la selección se acabó, pero no ahora con la Eurocopa; se acabó hace dos años, en el Mundial de Brasil. Su amigo Villar lo mantuvo en el puesto, pero el marqués ya no tenía un pase y pidió la cuenta. Pero lo que se viene encima, Joaquín Caparrós, aún es peor; ni tuvo ni tiene un pase. Si por algo destacó el utrerano alguna vez no fue por su conocimiento del fútbol, sino por la facilidad con la que cambia el color de su sangre, pues cuando fichó por el Deportivo proclamó: “Por mis venas corre sangre blanquiazul”; dos temporadas después, se fue al Athletic de Bilbao y con el mismo énfasis aseguró que su sangre era rojiblanca. ¡Qué mala suerte!, ahora que la selección tenía un estilo propio, que había patentado el tiquitaca, llega Caparrós, que es como la versión 2.0 del pum patapún pa’rriba de Clemente. Nadie añoraba la maldición de los cuartos, pero ha vuelto.

Villar se empeña en restablecer la maldición de los cuartos de final

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