La vocación tardía de Maroto

Clases de personas hay un feixe delas, pero en cuanto a vocaciones solo dos: las fieles y las infieles. Por ejemplo, un gallego es desde la cuna leal a la retranca; un catalán, si se llama Don Pujolone, es leal al cobro de un 3% a cuanta empresa haga una obra en Cataluña; si es andaluz, se afilia al PSOE y llega a mandar mucho en la comunidad autónoma, es leal a las trapalladas con dinero público. Fuera de España también se lleva la fidelidad a la vocación. Si uno nace en Italia y alcanza la condición de primer ministro, tiene muchas probabilidades de verse obligado a dividir su tiempo entre las operaciones de cirugía estética y celebrar fiestas de bunga bunga. Pero también hay, como queda dicho, quien prefiere ser infiel. Quizá pueda alegar que es persona de vocación tardía, pero esa demora acaba siendo ridícula. Así le ha ocurrido a Maroto, vasco de Vitoria, que repentinamente se ha transformado en segoviano para que el Parlamento de Castilla y León lo nombre senador autonómico. Ni ético ni estético.

La vocación tardía de Maroto

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