SI Di Stéfano fuese el padre de tantas frases como se le atribuyen, no habría estado callado ni un minuto en su vida. Valdano a su lado sería el mudo de los hermanos Marx. Más dado a sentenciar que a conversar, son pocas las charlas que llevan su apellido, pero hay una con puro ADN Di Stéfano. La mantuvo con un jugador cuyas limitaciones –técnicas, ¡eh!– le impedían comprender las ventajas de rasear la pelota: “¿De qué es el balón?”. “De cuero”. “¿De dónde sale el cuero?”. “De las vacas”. “¿Qué comen las vacas?”. “Pasto”. “Pues, entonces, el balón al pasto”. Pero el pasto es más que el alimento de las vacas. El pasto huele y su aroma despierta la pasión de los futboleros. Esta noche A Coruña olerá a pasto y a sardinas, incluso a churrasco –a asadito, diría Di Stéfano–. Cheirará también a fume, fume del lume deportivista y fume del lume de San Juan. Jugar con fuego es peligroso, pero entre que el equipo empieza el partido ganando por 2-0 y que los coruñeses van a estar amparados por un dispositivo de seguridad integrado por 500 personas, malo será que alguien se queme. Amén. FOTO: el deportivismo, botando lume | quintana