Tendencia a olvidar

o deja de resultarme curioso percibir como los seres humanos –en general–, tendemos a anhelar aquello que no tenemos…, pero si cabe, me sorprende mucho más observar el comportamiento de muchos de aquellos que, habiendo logrado aparentemente su meta, tienden a olvidarse de sus orígenes o inicios corriendo un tupido o, quizás, un estúpido velo. 
Mi cabeza, que es tendente a tratar de encontrar explicación a lo divino y a lo humano, rebusca en los recovecos de las personalidades en las que tengo la suerte de meterme por medio de mis novelas, para tratar de encontrar respuestas a las más variopintas actuaciones humanas. La mayoría de las personas sueñan con lo que no tienen y, las que lo tienen, sueñan con aquello que nunca han tenido. Simple y complejo al tiempo.  
A diario, somos testigos de comportamientos de este tipo en la vida política y también en la social. Los políticos nos creen idiotas y nuestro entorno, desmemoriados. Lo hecho, hecho está. Bien o mal, ya es otro cantar. Pero todos nosotros, gracias a ello, somos lo que somos y peleamos de la forma en que lo hacemos en la búsqueda de un fin. 
No podría ser de otro modo. Nuestras vivencias nos marcan y, al margen de la herencia genética, somos producto de unas experiencias que no debemos olvidar y –sobre todo– que jamás nos deberían avergonzar, porque el hecho de haber llegado hasta aquí ya es un triunfo en sí mismo. 
Todos somos supervivientes de algo, principalmente de nosotros mismos y de nuestras batallas internas en según qué momentos de la vida… Porque resulta que no todo es plano ni siempre es igual. He ahí la clave de la cuestión y la necesidad de fortalecer –que no endurecer–, el carácter desde la base. Es en el ser donde radica el éxito personal y jamás en el haber ni en el tener. Claro que para darse cuenta de eso, muchos tienen que estrellarse… y, lamentablemente y en muchas ocasiones, lo hacen después de fanfarronear un rato olvidando y desagradeciendo unos orígenes de cuyo nombre prefieren no acordarse.
Querer lograr es bello y alentador…, pero es que además, consigamos lo que consigamos, el mero hecho de intentarlo es un modo de tener el cerebro ocupado y de no reparar demasiado en un mundo que, a veces, se torna insoportablemente mundanal. 
Así que ya lo saben, esta servidora con alma de poeta y pensamientos de filósofa, les recomienda desde la mayor humildad, que no caigan en las redes del olvido y, que si algún día llegan a cumplir sus sueños, recuerden siempre de donde partieron –entre otras cosas– para  evitar que nadie se lo tenga que recordar jamás. 

Tendencia a olvidar

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