Las Goyas

Mi hija mayor dice que me ha entrado la furia contable. Es cierto, no lo puedo evitar. Cada vez que hay un premio, reconocimiento, jurado o tribunal, yo cuento cuántas mujeres hay. Una manía la tiene cualquiera. En mi caso, lo reconozco, se está convirtiendo en una verdadera obsesión. Y cuando veo que llegan los Goya las conté. Primero, los premiados: 35 en 29 categorías. Y luego la cuenta fue sencilla: me sobraron los dedos de las manos. Siete mujeres y 28 hombres. 
La primera reflexión que se me vino a la cabeza es que si el mundo del cine y la cultura concentra una mayoritaria población de progresistas, “una profesión tan liberal y abierta” como dijo Ana Belén, ¿cómo es posible que la presencia femenina sea tan escasa? ¿Querrá esto decir que la igualdad no tiene que ver con el llamado pensamiento progresista? ¿Que en el fondo en el mundo de la cultura los estereotipos machistas están igual de anclados en sus mentalidades que en las de los estibadores? .
Ahora bien, nunca vi tantas fotos y comentarios de los modelitos. Pero eso es lo de menos, es parte de la cuota de frivolidad necesaria. Más sibilino  es que las mujeres estaban muy presentes en cada agradecimiento de los premiados. Uno tras otro ellos agradecían a las madres que les habían parido, a las abuelas que les habían aportado tanta sabiduría, a las tías e hijas o a su pareja que “sin su apoyo esto no hubiese sido posible”. Queda, por tanto confirmada la expresión que desde hace tanto tiempo nos otorgó un lugar esencial: “Detrás de un gran hombre siempre hay una gran mujer”. Pero también hubo algunos intentos igualitarios. Rovira quiso enviar un mensaje de solidaridad al calzar unos tacones rojos y reconocer así el esfuerzo de las mujeres, pero el hecho de que se los haya dado a firmar a Almodovar me hizo pensar que en realidad estaba haciendo un guiño al director por “Tacones lejanos”.
En 2012, en Suecia, solo el 26% de los largometrajes estaban dirigidos por mujeres, tres años después ya eran el 50%. El 70% de la representación cinematográfica sueca en festivales del mundo entero era femenina y en los premios Guldbagge, las directoras, guionistas y productoras recibieron el 60% de los premios. Este éxito se consiguió gracias a la apuesta de la directora de la Academia sueca, Anna Serner, que diseñó medidas destinadas a combatir el sexismo en la producción de cine. En España la Academia está también presidida por una mujer, tal vez sea está la ocasión para que los nombres de las mujeres dejen de estar detrás de grandes o pequeños hombres y ocupen el lugar que les corresponde.

Las Goyas

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