Hay otra corrupción

Hay una corrupción que interesa y otra que no. Hay corruptos que merecen pena de telediario y otros que no. El silencio que denuncio no hace buenos a los conocidos corruptos frente a los corruptos anónimos, pero me hace reflexionar sobre lo que está pasando y que quiero compartir con ustedes. Desde los tiempos de Filesa, Malesa y Time Sport, corruptelas asociadas al Partido Socialista y con sentencias firmes de condena,, poco se habla de las irregularidades que afectan a la izquierda. Se impone un silencio mediático que hace que pasen por los juzgados sin pena ni gloria y, sobre todo, que no afecten a los partidos de izquierdas a la sombra de los cuales se llevaron a cabo las tropelías silenciadas. Por eso es fácil reconocer a los Correa, Bárcenas, Rato o Zaplana y hasta un tal “Bigotes” que han manchado la hoja de servicios del mayor partido de centro derecha de España y por los que ha pagado en justicia penal y electoral como debe de ser. Como dice Casado, “el que la hace la paga sea quien sea”. Y para muchas personas ahí acaba todo el problema de la corrupción en España porque no conocen más. Se trata de casos ocurridos en el 2007, hace trece años, y que acabaron en la cárcel todos ellos, pero por los que el Partido Popular sigue pagando, políticamente a fecha de hoy. Ahí están los partidos de izquierda y de extrema izquierda y también nacionalistas para recordarlos una y otra vez en el parlamento y en los medios afines, que son innumerables, estirando las causas como un chicle que sirve como cortina de humo permanente para oscurecer la trayectoria de la única alternativa posible al gobierno social comunista que habita en Moncloa. Sin embargo, poco se habla de la corrupción del nacionalismo catalán con los Pujol como protagonistas que siguen paseándose por Barcelona en libertad y que cuentan por miles de millones el botín de sus fechorías. O del Pnv cuyos máximos responsables de su gestión económica han sido condenados a prisión y no hace trece años, tan solo ocurrió hace unos meses. De estas corrupciones sabemos algo, poco, pero algo, son corrupciones de las que “no importan”. Pero hay más, ¿conocen ustedes a Luis Pérez Montoya? Seguramente no han ni oído hablar de él, era el vicepresidente de la Diputación de Almería que entró en prisión por robar 706.000 euros, del partido socialista. Tampoco conocerán a Antonio Torres García, alcalde que fue de Nebrija y que se tiró 10 años cobrando 4.000 euros al mes sin trabajar, unos 491.000 eurillos públicos de nada. También era del partido socialista. Del reparto de las mordidas de Canal Sur en los tiempos de Susana Díaz a través de productoras de televisión tampoco sabemos nada, ni les ponemos nombres ni caras. Del desvío del 64% de las subvenciones recibidas por UGT tampoco se habla, ley de silencio. Y de los ERES…. 680.000.000 millones de euros que desaparecieron y que no aparecen, sabemos que andan por los juzgados de despacho en despacho buscando su prescripción. La relación, créanme, es interminable, pero no importa porque nada sabemos y nada conocemos. Y aquí es donde cabe pensar el por qué la corrupción inaceptable que afecta a la derecha es pregonada y publicitada hasta la saciedad mientras las corrupciones de la izquierda se silencian bajo múltiples alfombras. La información es un derecho y la manipulación debería de ser un delito. Ahora reflexionen ustedes, pero a mi algo me huele mal. Es otra forma de corrupción, y lo saben.

Hay otra corrupción

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