La gran familia

El miércoles pude ver una intervención televisiva de Jorge Javier Vázquez que no puedo por menos que comentar por la repulsión que me generó. En ese programa-carnicería que ven muchos españoles y que se incluye en esa prensa que llaman del corazón. En esta intervención el presentador quiso destrozar nuestro concepto de familia afirmando que la familia, como la entendemos, es horrorosa, antigua e inaceptable en los tiempos que vivimos. Y se quedó tan ancho.
Como persona que soy convencida del valor de la familia me sentí herido. Pretender destruir la familia en su concepto como elemento estructurador de nuestra sociedad es una barbaridad de tal calibre que inquieta que una cadena de televisión utilice un programa de gran audiencia para difundir proclamas que atentan contra la institución familiar. Imagino que el tal Jorge Javier no ha debido de tener mucha suerte con su propia familia, lo cual lamento, pero esto no le da derecho a intentar romper un valor aceptado y valorado en nuestra sociedad.
Él proponía que una vez cumplidos los 18 años los niños debían de volar, conocer mundo, establecerse allá donde sus impulsos los llevaran. Presentaba el valor de la familia como una carga de la que los jóvenes debían de desprenderse. Qué lejos vive este individuo de la realidad. En los tiempos de crisis que vivimos, la familia ha sido el gran apoyo e incluso la salvación de hijos y nietos, que se vieron arrollados por las adversidades.
Son muchos los abuelos que cuidan a sus nietos para que los padres puedan trabajar y ganar un salario con el que mantener a su familia. Todos conocemos la seguridad que nos da pertenecer a una familia fuerte, porque esa fuerza se transforma en energía y nos ayuda a enfrentarnos a la vida. No es la primera vez que escucho soflamas antifamilia, pero nunca he escuchado alternativas serias. Recibimos educación y educamos a nuestros hijos. Les transmitimos valores y conductas que les ayuden a ser buenos ciudadanos y cuando lo necesitan ahí está la familia para echarles una mano.
Reconozco que ya en su día me gustaba aquel clásico del cine “La gran familia”. Recuerdo que la película tuvo tres partes: la primera mostraba el esfuerzo con el que unos padres, un abuelo y un padrino sacaban adelante una prole de hijos que hoy sería inimaginable. La segunda parte, “La familia y uno más”, profundizaba en el valor de la familia y nos mostraba como en las adversidades la familia era la solución a los muchos problemas que los jóvenes presentaban. Y la tercera, ”La gran familia… 30 años después”, nos mostraba a una familia rota en la que cada uno hacía su vida sin respetar al resto. Se habían perdido los valores y la felicidad que habían compartido.
No incidiré en los problemas de drogas en los que algunos de sus miembros habían caído, pero ya no había en la familia. No se me borrará jamás la imagen de aquel padre, Alberto Closas, y aquel padrino López Vázquez, recorriendo las casas de los hijos sin encontrar cobijo en ninguna. Dicen que unos padres mantienen a 10 hijos, pero que 10 hijos no mantienen a sus padres. Dios quiera que los que apuesten por modelos de familia alternativos y desconocidos acierten, pues de lo contrario las consecuencias las pagarán los más inocentes.

La gran familia

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