La Marea busca pisos

Como se deben de sentir aquellos que depositaron su confianza en la pandilla de amigos de Ferreiro, que, bajo las siglas de la Marea y con el permiso del PSOE, se hizo con la alcaldía de la ciudad faro y guía de Galicia. Llegaron dispuestos a comerse el mundo y proclamaban que no venían a gestionar sino a cambiar el sistema y, sin aval alguno que ayudara a adivinar sus capacidades, se dispusieron a sorprender a la ciudadanía con su nueva política y sus novedosas aportaciones a la cosa pública. 
La cosa prometía y las dosis de ilusión que los apoyaron eran un envoltorio apetecible para un proyecto naciente, pero, pasado poco tiempo, llegaron las frustraciones. Los amigos y amigas de Ferreiro mejoraron sus ingresos y se acomodaron a la dolce vita que su nueva posición les permitía. Aquello de cobrar poco más del sueldo base y donar el resto está por demostrar. En sus filas había okupas, lo que presentaban con orgullo para probar su procedencia humilde y activista, pero después arremetieron contra otros okupas que tuvieron que dejar a palos los locales y, sintiéndose traicionados, cogieron el spray y pintaron la ciudad de soflamas contra la “Marea traidora “. 
Los nuevos gobernantes se apresuraron a borrar esas pintadas, pero con escaso éxito, porque los traicionados no cesan en su protesta, hasta los vecinos tuvieron que ponerse manos a la obra para borrar pintadas, no de la Marea sino las otras porque las que afectaban a la marca podemita fueron eliminadas desde el ayuntamiento. Calculo que a Ferreiro le daba pudor verse en pintadas hechas por correligionarios suyos que lo tachan de traidor. 
Tampoco fue diligente a la hora de perder subvenciones europeas, pero, como no estaban a gestionar sino a cambiar el sistema, daba igual, la ciudad perdía recursos mientras los mareantes ganaban tiempo. La cosa se les fue complicando y tuvieron bajas sensibles en sus filas, como el asesor de comunicación al que vendió otro asesor a quien molestaba su presencia. El nadismo se instaló en María Pita, de tal manera que resulta imposible analizar gestión alguna del equipo de gobierno mareante, que está llegando a final de legislatura con su hoja de servicios en blanco. 
Ante tanta ineptitud, se metieron a tocar otro tema sensible, el de la vivienda y el cambiazo que pegaron en sus políticas se hizo evidente. No se trataba de facilitar techo a los que más lo necesitaban sino de adquirir propiedades de amigotes con cargo a las arcas públicas. Para emprender este camino eligieron a un amigote que resultó ser un promotor de la Marea y con cargo como asesor de la alcaldesa de Barcelona. Se crecieron y decidieron sacar un concurso trucado, al estilo de la casta más espuria, para que su amigote diera el pelotazo. Lo hicieron con tal torpeza que el Consello Consultivo suspendió la operación obligando al amigote a devolver los dineritos de todos los coruñeses. El amigote, cabreado, ha anunciado que reclamará daños y perjuicios; a lo peor, los coruñeses tendremos que indemnizarle. Hay que reconocer aquí el mérito del PP local que descubrió el chanchullo y lo denunció hasta que tuvieron que darle la razón. Entonces la nueva casta mareante decide no dimitir. Dicen que sacaran otro concurso para buscar pisos… ¿solo?

 

La Marea busca pisos

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