Muchos votarían Inditex

La pérdida de autoestima de La Coruña empezó hace muchos años. Poco a poco la gran urbe gallega perdió fuelle de la mano de sucesivos alcaldes que dejaron de pensar y, sobre todo, sentir la ciudad para priorizar estrategias partidistas que nada tenían que ver con el interés de los coruñeses. Durante algún tiempo la ciudad vivió con la inercia de su potencial, pero esa fuerza se fue agotando.
Parecía que había una conjura contra La Coruña y que se pretendía aldeanizar la ciudad. La pérdida de las instituciones financieras, la última el Banco Pastor, apartó a nuestra querida ciudad de los primeros puestos del ranking de ciudades emprendedoras y a nadie parecía preocuparle. Sucesivos alcaldes sin proyectos para engrandecer la gran Coruña supusieron una carga demasiado pesada para nuestro progreso. Muchas aceras y cámaras de vídeo para multar y poca capacidad generadora de riqueza fueron la sentencia de nuestra alegría, nuestro orgullo se debilitó también y con él se secó la fuente que regaba el alma coruñesa porque, aunque algunos no lo entiendan, La Coruña era de esas ciudades que tenía cuerpo y alma.
A pesar del tamaño de la ciudad, nuestra grandeza traspasaba fronteras. El tan denostado coruñesismo no les merecía respeto, de lo que se aprovechó nuestra hermana de Vigo para que su alcalde, Abel Caballero, desde el viguismo más acérrimo consiguiera mayorías absolutas. Lo que era malo en La Coruña, es la fuerza que todos aplauden en Vigo. Perdidas empresas e instituciones, Coruña se fue transformando en un balneario. Aquella ebullición que se vivía cen el centro de la ciudad se ha convertido en un enorme cementerio de piedra que más parece un decorado que el motor de la ciudad.
Cómo será que hasta para ver un puerto moderno tenemos que coger un autobús que nos traslade a Arteixo mientras el de La Coruña languidece. De nuevo volverán a hablarnos de la intermodal, del área metropolitana o de los cerros de Úbeda y en María Pita veremos las luchas políticas, sobre las guerras del mundo el pirado de Trump, o el sexo de los ángeles, cuestiones sobre las que ninguna competencia tiene el ayuntamiento. Veremos hermanamientos como los de la estatua de la Libertad o Belice, unos pufos que pagamos los coruñeses y que no valen para nada.
Pero como los coruñeses somos como somos, cada vez somos menos, tendremos que seguir celebrando los éxitos de una gran empresa que nació aquí, eso no lo pueden cambiar, y que es la única que nos da alegrías: crece la economía del área coruñesa de la mano de Inditex. Crece el empleo en la comarca de la mano de Inditex, se habla de La Coruña en el mundo de la mano de Inditex, inauguramos la residencia de mayores más moderna de Europa, de la mano de Inditex, etc. etc. Desde la Marea se intenta poner palos en las ruedas de Inditex. Si hoy desapareciera Inditex, La Coruña correría el riesgo de desaparecer. Por todo ello y comparando las ofertas para la ciudad de los distintos partidos, yo casi me quedo con Inditex. Estoy convencido de que si se le pudiera votar arrasaría. Sirvan estas letras, que posiblemente no lo harán, para espabilar a todos nuestros políticos de cara a las elecciones de 2019. Para que piensen en la ciudad.

Muchos votarían Inditex

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