¿Qué puede salir mal?

Cuando se actúa con ansiedad se suelen tomar decisiones precipitadas que son más producto de la necesidad creada que de la reflexión. Sánchez consiguió su investidura hace un año, es decir, ha gobernado el primer año de la pandemia y toda su gestión se limita a sobrellevar esta desgracia con más sombras que luces y a responder a los envites del “bicho” con más ocurrencias que certezas. En este ambiente decidió apostar por anunciar que el 2021 traía la vacuna y con ella el fin de todos los males. Campañas de comunicación orquestadas desde Moncloa nos generaron unas expectativas enormes y todos esperábamos que el 31 de diciembre de 2020 fuera un punto y aparte para poder recuperar la normalidad. Así las cosas, llegó el año nuevo y las promesas y las buenas intenciones con las que lo recibimos también se están tornando efímeras y, de hecho, podemos decir que 2021 empezó mucho peor que su antecesor. Les recuerdo que en enero del pasado año vivíamos con absoluta normalidad y que las cosas se fueron complicando a medida que avanzaba el calendario. Ahora no hemos tenido que esperar nada y ya se anuncia el próximo colapso de la sanidad, la llegada agresiva de la tercera ola y para gestionarla nos anuncian que el ministro de sanidad lo será a tiempo parcial para atender sus obligaciones de candidato a las elecciones catalanas que, aún hoy, no están garantizadas por la situación de la pandemia. Parece que la vacuna llegó, pero sin un plan de vacunación ajustado a la realidad, lo que nos convierte en el país que menos vacunas está dispensando. ¿Qué puede salir mal? Sube el paro, los ertes anuncian ya eres que engordarán la nómina de parados y las empresas bajan sus persianas para siempre porque no pueden soportar sus costes ni la bajada del consumo, no reciben ayudas directas y los impuestos suben. Esto último es, paradójicamente, una buena noticia y lo es porque nos anunciaron que subirían los impuestos a los más ricos y, entonces, debemos entender que somos ricos todos y no lo sabíamos porque ha subido la luz, los seguros, la autopista, los refrescos o el gasoil, entre muchos otros. ¿Qué puede salir mal? Habrán observado el silencio de la OMS. El organismo mundial que ha de preocuparse por nuestra salud, nada tiene que decir y, a veces, pienso que mejor porque las cosas que dijo en su día nada tenían que ver con la realidad y nos sumieron a todos en una brutal confusión. Pero este silencio lo quiso suplir nuestro gobierno con medidas que `pretendían ser efectistas y que resultaron poco efectivas. De hecho, ya está en estudio un nuevo confinamiento domiciliario que nos devuelve a meses atrás, en lugar de avanzar, retrocedemos. Eso sí, la vacuna que en forma de zanahoria nos vienen poniendo desde hace seis meses no acaba de llegar a la población y se pierde en un debate absurdo sobre quien la puede suministrar. El gobierno la circunscribe a la sanidad pública, despreciando la capacidad de la sanidad privada o las farmacias para imprimir velocidad al acceso del fármaco por la mayoría de la población. ¿Qué puede salir mal? En plena crisis sanitaria, social, económica y política, dos gobiernos en uno y con desacuerdos, cuando la ciudadanía vive en un sinvivir y las colas del hambre se ven por toda España, desde EEUU nos llega un espectáculo vergonzoso que convierte a la primera potencia del mundo en una república bananera si acaso, para sembrar más dudas en nuestra más que mermada confianza en los poderes públicos. Y todo ello cuando aún seguimos esperando los nombres y currículos del comité de sabios que está gestionando esta pandemia. Lo dicho, ¿qué puede salir mal?

¿Qué puede salir mal?

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