SIN ARGUMENTOS

Hay dos tipos de opiniones: las que argumentan y las que, esencialmente, tienen como único objetivo criticar o descalificar toda acción en función de que esta es acometida por quienes, por pura definición, representan lo contrario del que opina. 
De esto último se han alimentado, y en profusión –y seguirán haciéndolo– estas redes sociales, llamadas a convertirse en vehículo de libre expresión, pero, a un tiempo, segadas por los más inverosímiles posicionamientos. 
Aquella España partida por dos que ya nuestros abuelos conocían no está tan lejana. Al menos no si partimos del hecho de una media se dedica a ir contra la otra mitad, sea cual sea el resultado. 
Este agotamiento social raya en lo absurdo cuando, por definición, excluye todo cuanto representa el contrario, sea bueno o malo, o incluso cuando conlleva mejoras y, aun sabiéndolo, se descalifican porque no son las propias. Escaso contenido para tan gran maleta como la que se porta en este país.

SIN ARGUMENTOS

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