Taxi, una lucha por el pasado

Al Partido Socialista en el gobierno se le acumulan los problemas. Y no precisamente los que dijo que venía a resolver con la moción de censura contra Mariano Rajoy. Esos parece que no son o prioritarios o resolubles con su escuálida posición parlamentaria. Algunos problemas los ha agravado como el de la inmigración irregular, otros se los ha encontrado y vamos a ver cómo los resuelve, como el de la revuelta del taxi. 
Puede que cuando lean este artículo, los taxistas hayan levantado la toma de las principales ciudades españolas y liberado como rehenes a los ciudadanos, pero parece que las promesas consisten en aparcar hasta el mes de septiembre un cambio normativo que ya veremos si consigue en el Congreso. 
De momento, la solución ha sido una patada al balón y después pasar la pelota a las comunidades autónomas y a los ayuntamientos. Es decir, que los taxistas, gran victoria, en lugar de tener que hablar con un único interlocutor, ahora lo tendrán que hacer con 17 gobiernos y decenas de ayuntamientos.
Las reglas del juego del transporte de personas en las ciudades han cambiado, sí. Y les ha pillado a los taxistas, porque desde hace años no se ha querido dar una solución de futuro y convivencia entre actores. Es fácil entender que el mundo del transporte en las ciudades va por delante de lo que siempre ha sido un monopolio del taxi híperregulado.
Los taxistas parece que quieren seguir como hasta ahora, como si nada hubiera pasado en este sector y no entienden que como en otras actividades, la solución no es mirar al pasado sino adaptarse e incluso adelantarse. Le pasó a la música, a los medios de comunicación, al comercio.
Poner puertas al campo no es la solución. Va a haber Uber y Cabify y otros, y coches eléctricos y sin conductor y bicicletas y mil formas de moverse por las ciudades. Sería mucho mejor ir pensando en cómo hacer frente a ello con menos regulación, más competencia, más nuevas tecnologías y un periodo transitorio para adaptarse. Lo demás es ir en contra del futuro y del deseo de los clientes que son los que mandan.

Taxi, una lucha por el pasado

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