Año electoral

En el horizonte del año que acaba de comenzar se dibujan varias citas electorales. Algunas tienen ya fecha fija, como las europeas, municipales y autonómicas en trece comunidades que se llevarán a cabo el 26 de mayo. Otras están todavía en el aire. Es el caso de las elecciones generales, que según la Constitución, corresponde convocarlas al presidente del Gobierno. De momento, Sánchez ha expresado su voluntad de agotar la legislatura, que terminaría en junio del próximo año. Otra cosa es que las circunstancias políticas  le permitan hacerlo y no verse obligado a adelantarlas.
El mapa político se ha visto sacudido con el resultado de las elecciones andaluzas, debido fundamentalmente a la irrupción de Vox. Si antes de esas elecciones era evidente que el bipartidismo conformado por el PP y PSOE había llegado a su fin, ahora, con las perspectivas electorales que tiene el partido de Abascal, con más motivo se puede hablar de que en un futuro próximo para gobernar en cualquier institución, harán falta pactos a varias bandas.
Si el presidente del Gobierno no adelanta las generales, la primera cita con las urnas serán las europeas, municipales y autonómicas. Hace cuatro años, esas elecciones supusieron la llegada al poder en algunos ayuntamientos de de Podemos, como fue el caso de Madrid, Barcelona, Santiago, A Coruña, Cádiz, Zaragoza, o de la recuperación para el PSOE del poder en comunidades como Castilla-La Mancha, Aragón, Baleares o Valencia. A día de hoy, las elecciones en esas ciudades y/o comunidades autónomas están muy abiertas y puede pasar de todo, por la aparición de un nuevo actor como es Vox.
El momento político es sumamente importante y a la vez no exento de problemas. El pulso secesionista lanzado por los independentistas de Cataluña sigue vivo y aprovecharán el próximo comienzo del juicio en el Tribunal Supremo contra los dirigentes catalanes encausados, para hacer victimismo a favor de su causa.
En ese sentido, las elecciones que se celebrarán en nuestro país a lo largo de este año servirán, entre otras cosas, para que los ciudadanos puedan expresar con su voto cuáles son las opciones políticas que mejor pueden hacer frente a ese y a otros retos que tiene planteados nuestra sociedad en esta primera mitad del siglo XXI. Votar es siempre muy bueno y recomendable. Y lo es mucho más, cuando hay problemas muy serios a los que hacer frente.  

 

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