El tocomocho

Amigos:“No te rías nunca de las lágrimas de un niño; todos los dolores son iguales” (Leberghe). “Una colección de bayonetas, no puede detener una idea”(Stendhal). “La guerra es el fruto de la debilidad y necedad de los pueblos” (R. Rolland).
El otro día os conté de las andanzas del impresentable narco un tal Sito de Cambados, reincidente una y otra vez en el mismo delito, eso es multiplicidad de condena, pero eso no es lo peor, amigos, decía el matador de toros, que lo que no puede ser, no puede ser y además es imposible. Me refiero a los sistemas y protocolos de la rehabilitación en las cárceles, así como ciertas prerrogativas que tienen ciertos internos y otros ninguna. El sistema penitenciario hace aguas, así como el código penal aplicado en su máxima dureza en casos banales, y en los importantes hablamos de con resultado de muertes, son sentenciados de manera, miedosa, para no chocar con los derechos humanos, de los asesinos.
Entre otras cosas, se les olvida a los sentenciadores, algo fundamental, los derechos humanos que no tuvieron las víctimas cuando fueron vejadas, v/o violadas o asesinadas, sin olvidar sus familias, que no se sienten amparadas por la justicia, y lo entiendo. Como humano lo puedo entender, tan solo hay que ponerse por unos segundos en la piel de esas familias. Vamos a ver, este tipo, el tal Sito, 16 años en la cárcel, ¿y nadie fue capaz de trabajar con el en la rehabilitación?, menos coñas amigos y hablemos claro, no le han dado la primera charla, y peor si se las dieron, porque han fallado, tiene que haber culpables de ello. Ojo son de 16 años, que se pueden estudiar cuatro carreras. De cada cien se rehabilitan dos, con ese porcentaje, queridos amigos, lo mejor es que los presupuestos para las cárceles que salen de todos nosotros, sea cero, porque el fin de las penas es la rehabilitación, y si no hay tal, no funciona, y si no funciona, que se lo ganen el día a día trabajando dentro.
Personalmente abogo que existan hospitales provinciales exclusivos para estos, con las rejas en las ventanas, y un sistema de vigilancia, y punto pelota, se ahorran esfuerzos económicos de agentes perdiendo horas y horas de vigilancia y transporte, y por supuesto los internos estarían mejor atendidos. En este tema prioriza la tela, si estás interno y si tienes pelas vives como un rajá de Arabia, no miremos para otro lado, y seamos sinceros y no hipócritas empezando por los de arriba, estos traficantes que para ellos el dinero no tiene fin mandan, ordenan y cuasi dirigen los distintos módulos por donde pululan como mafiosos, y se les consiente, por los propios funcionarios. Lo entiendo, el dinero corrompe voluntades, incluso las mas férreas. En primer lugar advierto que es humano, aunque no honesto, y en segundo lugar tampoco ni mucho menos me refiero a todos los funcionarios de las cárceles, tan solo a aquellos que ya han perdido su honestidad. ¿Por qué algunos internos tienen móvil dentro y para otros no? Precisamente los más peligrosos lo tienen,  otra casualidad.
Aquí nadie tiene la culpa, el pueblo exige que alguien asuma de una vez esta cantidad de errores, que además conllevan más muertes, por no cumplirse el articulado de la constitución, que dice que el fin del encarcelamiento, es la rehabilitación, no la venganza. Andan sueltos al albur de lo que les apetezca, violar, asesinar, robar, estafar, traficar con drogas, con mujeres y niños y hasta seguir haciendo el timo del tocomocho. El pueblo está quemado, harto, hasta el pompis de esto, y o se lleva a cabo la rehabilitación cien por cien, o encerrados toda la puñetera vida, los unos no debemos aguantar y ser futuras victimas por la incompetencias de los otros, o por los errores legales de los de los demás. Lo dicho, ya esta dicho los culpables señalados, ahora la sentencia es vuestra. Un saludo amigos.

El tocomocho

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