El toro sabio

Amigos: “Cuando nadie te quiera, cuando todos te olviden, volverás al camino donde yo me quede” (anónimo).  “Cada vez que un hombre en el mundo es encadenado, nosotros, todos, estamos encadenados a él”. “La libertad debe ser para todos o para nadie”. (Albert Camus). 

Lo sabía, y ya lo comente aquí en anteriores ocasiones, por eso un servidor, no entro al engaño. A los toros se les engaña las primeras veces, con el trapo, con la muleta. Si ese toro es indultado, o sea no termina en la carnicería, nunca más se vuelve a torear, porque está resabiado, o sea, aprendió que la muleta es el engaño y el va a quien lo mueve. Y eso es una muerte casi segura. El que esto escribe no es un toro, pero estoy resabiado de tanto engaño electoral, por ello, no entré al trapo en esta ocasión y me abstuve de ir a votar. No creo a estos políticos de nuevo cuño que andan con prisas para solucionar su futuro, sin pausas. Son jóvenes y nada preparados para semejante trabajo. Y es siempre más de lo mismo.  

Y los corderos se reúnen todos juntos, como figuras de mazapán en una caja cartón. Obedientes, silenciosos, se arrastran a la voz de sus amos. No estoy contra los rebaños de corderos. Todo lo contrario. Pero me indigna que por causas de nula personalidad y obedeciendo a la voz de sus amos otros no sean como los toros y no aprendan de los errores cometidos una y otra vez. Lo que no puede ser, no puede ser y además es imposible (El Gallo).

Precisamente porque me gusta la libertad, porque me gusta que las opiniones sean escuchadas sin censuras previas, porque exista una verdadera igualdad de derechos y que sea el pueblo con plena libertad de decisión quien elija sus representantes. 

Es que no acertamos una, ni una. Y bueno en los últimos tiempos, qué os voy a contar, nos hemos lucido en la elección. Para comer cerillas y masticar ladrillo. Los más sofisticados roban gallinas del país, se han paseado con nuestros votos, nuestros sueldos, nuestros enfermos, nuestros hijos, nuestros ancianos y nuestros derechos llevándolos de viaje a Suiza y Cía, y otros paraísos de la indecencia,. Mientras, y al mismo tiempo, aumentaba la cifra de votantes ovinos en una casa, que se llama Inem. En la que casi nadie quiere estar, pero es la mayor multinacional que existe en el país, aunque no produzca riqueza sino miseria tras miseria, hambre y más hambre, desahucio tras desahucio, dejando a miles y miles de familias en la puñetera calle; a miles de estudiantes sin becas universitarias, por pasarse dos céntimos en el baremo. Aunque seas un Einstein de la vida, da igual, me recuerda a los tiempos de la Alemania nazi, si no eres alto, fuerte y de ojos azules, eres marcado y vas al desoye. Para luego cocinarte, por supuesto, aquí no se tira nada.  Mientras los corderos se dirigen al portal con el sobre en la mano. Sin salirse de la fila,  con la sonrisa en la cara, autoconvencidos que eligen en libertad, a gente como ellos, que los puede representar y trabajar dignamente por su bienestar. 

Los que serán “elegidos”, se frotan las manos,  como simples mercaderes de lo ajeno. Y se ríen a espaldas de estos, a carcajada limpia, ya hala otros 4 años a vivir del cuento y de los demás. Para muchos es la solución de sus vidas, más que la lotería. Y más de lo mismo. Me aburre. Aquí eliges a uno y salen todos, como las gallinas del corral, no puedes elegir de manera individual, no hay cambios, listas abiertas y que salga el que más lo merezca, igual que la ley Electoral anticuada, que favorece al que más votos tiene, cuando debería ser al contrario, como mínimo. Llevamos  años siempre igual, coño. Claro, mientras les vaya bien a unos cuantos que dirigen el circo este y que son los que llevan además el mando a distancia. Pues aquí paz y después gloria. 

Un servidor no comulga con ruedas de molino y hasta que  tengamos una verdadera democracia, en la que todos seamos iguales ante cualquier tipo de poder, no formaré parte de este circo. En este circo no entro. Seamos serios, para qué nos sirve un Parlamento en el que se trata de todo, menos lo que importa al ciudadano. Tienen a todos los trabajadores en la calle: médicos, enfermeras/os, bomberos, funcionarios de cárceles, policías , astilleros, etc. Y creo que ví a Mortadelo y Filemón y sus personajes también con pancartas, o lo tomas a cachondeo o ya es hora de tomar decisiones serias como pueblo. Ya esta bien. El resultado es el mismo, de que os sirvió vuestra servidumbre, honestidad carajo honestidad, es lo único que se pide, ahora vais y la volvéis a cascar. Yo no formé parte de esta burda maniobra, la mayoría de vosotros, sí. Tengo la conciencia tranquila y a mi me basta. Un saludo amigos.  Saúde e Terra.

El toro sabio

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