Hasta luego, Minso

Amigos: “Vida, vida, que sola estás. (Anónimo). “El que prescinde de un amigo, es como el que prescinde de su vida” (Sófocles). “Un amigo es un segundo yo” (Marco Tulio Cicerón). Queridos amigos lectores, esto no es un escrito más de los miles que os he contado a lo largo de estos casi 20 años, no, es quizás de los dos o tres más especiales y sangrantes para mi alma, por lo tanto os ruego, que lo entendáis de de esta manera.

La pérdida de un amigo de verdad, de esos  que nos cuesta tanto encontrar, y la mayoría de las ocasiones nunca aparecen. Yo tuve la enorme gracia de encontrarlo al poco de llegar a vivir a Sanxenxo. En la vida de cada uno pasa gente, más o menos, conocida compañeros de trabajo o de actividades deportivas o lúdicas, con gustos diversos, que para nada, te marcan o dejan su sello impregnado en uno. Benjamin Tejedor, Minso para los amigos, sí lo dejó tan profundo que el vacío de su fallecimiento el domingo pasado, aún está sin asimilar dentro de mí.

Minso te daba esa paz de persona afable, segura de sí misma, afable que uno notaba en su mirada, una mirada sincera y abierta, que ocultaba toda una vida de trabajo, también de derroche de ofrecimiento a los demás, con nobleza de corazón, un ser humano que como amigo era el perfecto. Nunca le oí una mala palabra, ni un mal gesto con nadie, ni tan siquiera a sus deudores, los perdonó, siempre jugó limpio, sin cartas en la manga, si no más bien todo lo contrario, tenía secretos íntimos, que nunca contaba era boca cerrada, una confidencia para él era un secreto que nunca más repetiría, su inexistente malicia, le jugaba algún que otro disgusto.

Pero como siempre ocurre en estas personas nobles de corazón, la enfermedad se cebo en él, era demasiado sincero para este mundo de mentira, era demasiado real para un mundo de sombras, era demasiado ser humano, para un mundo  atestado de inhumanidad. Está en donde tiene que estar, entre los mejores. Y es feliz y libre de las ataduras terrenales que lo encorsetaban, lo maniataban a causa de su enfermedad, y yo lo veía, como se me estaba marchando, la dolencia hacía mella en el día a día el Parkinson se cebaba en el como si fuera su peor enemigo, y yo lo notaba y si te he de ser sincero, te mentía, querido amigo, mi deber era mentirte para subirte el ánimo, pero tu sabías que tenías fecha marcada en tu calendario de la vida, tus hermanas y demás familia también, pero ya nadie podía engañarte, lo aceptaste con resignación y esperabas el paso al otro lado.

Tú me decías la verdad, como siempre, y yo te mentía también en eso como siempre, no quería ni imaginar la vida sin el mejor amigo me era imposible pensarlo, los años desde que te conocí. Pasaste por nuestras vidas  como una paloma en la que a cada cual le dejaste un trozo de tu plumaje, por ello querido amigo, conservaremos tu regalo mientras estemos aquí, y luego te lo devolveremos allí, en persona, o en espíritu. Te lo mereces amigo. Algunos dirán bueno, como es amigo, lo de siempre todo lo bueno y ninguna cosa fuera de norma, pero es que es verdad, y yo estuve contigo hasta el final o el principio de tu nuevo traje, y es lo que hay, el camino a la verdad solo es uno, los demás senderos que se quieran buscar no los encontrarán porque no son reales, no existen, nuestras charlas fueron eternas nuestras coincidencias abrumadoras, el fin fue el mismo para ambos, amigos de verdad en los buenos ratos y en los peores, y cuando yo encuentro así un amigo de verdad me tiene para lo bueno y para lo peor.

Nos quedamos sin ti físicamente, es verdad, el vacío como ya dije es inmenso, pero también te digo que mientras permanezcas en nuestros corazones y te recordemos tal como eras, nunca te irás del todo, te dejamos descansar en paz. Me apena por los que dejaste con la partida sin terminar, por todos los tuyos, tu familia y los amigos, que te lloran, te lloramos, por egoísmo, porque aún así, con tus dificultades propias de la enfermedad, te queríamos aquí con nosotros, como siempre. Gracias por todo querido amigo, gracias por ser así, tu huella queda, que al final es la labor del ser viviente, dejar impronta de su paso por esta efímera y cortísima existencia. Nunca te irás del todo, pero te añoramos, lo digo de parte de todos y cada uno. Sé que leerás esto desde el otro lado. Un abrazo querido Minso. Hasta vernos para seguir la partida. D.E.P. Un saludo amigos lectores. 

Hasta luego, Minso

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