Supremacistas

Amigos: “La vida, no debe ser una novela que se nos impone, sino una novela que inventamos (Novalis). “La vida es una guerra sin tregua y morimos con las armas en la mano” (Arthur Schopenhauer). “La vida no es más que la continua maravilla de existir” (R. Tagore).
Los jueces Supremacistas, o sea del Supremo, así se les llama a nivel ciudadano, han vuelto a meter el pezuño una vez mas contra el pueblo que les da de comer, y una vez más, demuestran que son humanos, que no son infalibles y tienen debilidades humanas. Todas las debilidades inherentes que los representan a la perfección, todas menos una, se ponen siempre a favor del fuerte, del poder, de la banca, del dinero, del capital que lo mueve todo, y ante eso no hay ni juez que se resista. Una desolable vergüenza en un presunto estado de Derecho, en donde se supone que todos tenemos los mismos derechos, pero aquí todo es corrupción, de la A hasta la Z, bueno que yo sepa todos menos uno. 
La fe que nos dio un buen amigo mío y de todos, los que creen en la lucha por la vida de otros sin pedir nada a cambio, y que da todo su saber por el bien de otros  por la justicia y por la libertad, no soy de los que alabo por alabar, y menos escribir de un amigo que todavía esta en plenitud y tiene mucho por hacer por los demás. Es más y lo conozco bien, escribo esto a sus espaldas y no me gustaría que lo leyera, se su forma de pensar, conozco lo suficiente su manera de trabajar, y su forma de ser, luchador por la vida. De trabajo y constancia, “me gustaría ser como él” . Os gustaría después de éste preámbulo, que os diera el nombre, pero hasta más adelante no lo diré.
 Yo lo descubrí un buen día en los jugados de Villagarcía, allá por los años ochenta. Terminara la carrera, para juez, y era su primer destino, una persona joven, sin conocimiento claro de donde se metía, parecido a aquel juez novato que la Judicatura italiana  envió a la muerte al enviarlo a un juzgado de primera instancia e instrucción de la provincia de Sicilia, en donde la Camorra italiana, era dueña y señora de la vida y la muerte. Lo mismito ocurría en el Salnés-Arosa, en aquellos años de vino y rosas para unos pocos y de muerte y/o destrucción personal para todos los demás. Claro que había miedo, claro que traspasamos las líneas rojas de una convivencia sana y en libertad, el matonismo mas de palabra que de obra también es verdad, aunque hubo de todo.
En cuanto lo conocí, me dije a mi mismo, este es de los que no se arrugan, y coño tuve razón vaya si la tuve.Éramos señalados con el dedo por los malos y los indiferentes, yo me pregunto ¿cómo se puede ser indiferente viviendo así, miedo?, ¿pánico?, ¿o amigos de los malos? Hacía que cuando te encontraras, con el juez, todo se volviera a poner en su sitio, y te hacía pensar que los malos no éramos nosotros, pues en una ocasión, fui con un joven adicto que tenía que entrar en la cárcel, por que lo habían pillado con un gramo y poco más para su consumo, en aquella época era así, luego se cambio el código penal a raíz  de las peticiones de las asociaciones. La madre del joven se le arrollado llorando y pidiéndole que lo perdonara, no lo hizo pero el abrumado y avergonzado, es así, me dijo, Eduardo, mándalo a un Centro de rehabilitación, y que me envíen fax cuando llegue el chaval, ella no sabía como agradecérselo, hasta le besó las manos. En un aparte el me dijo, cómprale flores y pásame a mi la cuenta, así se hizo.
 Este es José Antonio Vázquez Taín. Y hoy me lo veo en Sanxenxo, porque iba a dar una charla sobre prevención a los padres de chavales de unos colegios. Esto es una labor inmensa y lo hace un señor magistrado. Tendría mil y una anécdotas y todas de este calibre. Se han ganado batallas, pero la guerra, esa guerra, la más dura, tan solo se gana así: educando a los jóvenes y a sus padres, en sus comportamientos del día a día. Él lo ha entendido, yo también ¿y vosotros? Un ser humano con mayúsculas,  qué suerte haber compartido con él una etapa de mi vida. Un saludo amigos. Saúde e Terra.

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