POR TU VENTANA

Cuando doy comida a los que tienen hambre, me llaman santo. Y cuando pregunto, porque no tienen comida, me llaman comunista” (Helder Cámara). “Parece increíble, pero en este país, hay veces que los honestos, tienen que dar más explicaciones que los corruptos”. (René Favaloro). Cuando el día sea angosto y la noche eterna, y mis pies cansados busquen letargo. Cuando ante mí se cierren todas las puertas, cuando estén, todas, todas cerradas, entraré por la ventana. Cuando ya no pueda andar con paso rápido y seguro, cuando esté en un rincón solo y oscuro, cuando mis oídos no oigan, Cuando estén demasiado lejos, demasiado, las montañas, cuando el túnel sea estrecho y el alba no se vea, entraré por la ventana. Cuando me derrumbe cansado de la guerra y no quede un solo refugio en toda la faz de la tierra, cuando se haya borrado mi senda y en este mundo nada quede, cuando busque todo y no encuentre nada. Entraré por la ventana. Cuando quiera paz y caigan bombas, cuando el cuerpo sea cuerpo, y se me olvide el alma, cuando todas las puertas, todas, estén cerradas. Entraré amor mío, por la ventana. Por tu ventana. “Asomaba a su corazón una lágrima cada vez que escribía, cada palabra de más que añadía tratando que los demás sintieran su dolor, su puñalada en el estómago, era un nuevo golpe de pérdida de esperanza… Cogía con sus manitas el cartón y lo rompía en pedazos y de nuevo, comenzaba.. he de idear la frase perfecta, se decía mientras bostezaba. He de idear la frase perfecta, esa que al verla despierte compasión en los demás y para mí.  esperanza. Y mientras asomaba a sus entrañas una nueva lágrima, con cansado gesto, acercó un nuevo y sucio cartón hasta ella y comenzó a dibujar letras, las que ella creía le traerían el regocijo a su pequeña alma. Al terminar de escribir, complacida con sus palabras, pero exhausta por el esfuerzo, posó su cartón junto a ella, se tapó con sus ropas, y aferrando con sus manos su corazón, se tumbó, a descansar de su labor. Varias personas al ver lo que había escrito, reían y se alejaban comentando. Que mal esta la vida para algunos, que pocas oportunidades de salir adelante, cuanta pobreza, seguro que nunca ha ido a la escuela, cuanta ignorancia. A la mañana siguiente, encontraron a la pequeña tumbada, apoyada en aquel portal, sus manos ya frías junto al corazón bien apretadas, sus ropas apenas cubriendo su débil y yacente cuerpecito y junto a ella, tal como lo había puesto con ilusión su cartón, ése en el que había escrito defectuosamente estas dos inocentes y elevadas palabras. Tengo hambre”.

POR TU VENTANA

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