Ventanas rotas

migos: “Reconocer la pobreza no deshonra a un hombre, pero sí no hacer ningún esfuerzo para salir de ella” (Tucídides). “El que no tiene más que dinero es un pobre diablo” (Arturo Graf). “El dinero es otra especie de sangre” (Anónimo).
Desde hace miles de años, las cabezas pensantes han estado tratando de determinar si el hombre es bueno por naturaleza como creía, Rousseau, Sócrates o Montaigne o se inclina por el mal, como argumentaba Hobbes, Maquiavelo, o la teología cristiana, mediante el pecado original. El debate continúa fuerte, pero ahora hay una nueva voz, a tomarse en consideración: la Neurociencia, que está en vías de estimar cuantitativamente la bondad humana. ¿Somos buenos o malos? Hay un pequeño porcentaje, el 20%, de personas que actúan de un modo compasivo y respetuoso con las reglas sociales. En el otro extremo, otra porción mas pequeña, (alrededor del 4%), tenemos a los que sistemáticamente actúan en el orden y la conducta antisocial, incluyendo al 1% de individuos altamente peligrosos. Pero el caso más interesante sucede en tierra de nadie, donde se mueven la mayoría de los mortales, ese 60-80%  de las personas que actúan con bondad o maldad dependiendo de donde sople el viento, es decir, actúan influenciados por el comportamiento de los demás, quienes están buscando las normas punitivas que prevalen en el espacio-tiempo donde se encuentran. Los índices de criminalidad en Nueva York cayeron dramáticamente entre los años 80, (cuando los pandilleros dominaban las calles) y hacia el final del siglo XX, cuando se convirtió en una de las megaurbes más seguras del continente americano. 
Una de las razones esgrimidas para explicar el cambio de tendencia a la baja, se llama “teoría de las ventanas rotas”, aplicada por el alcalde Rudolph Giuliani, durante los años 90, (política de tolerancia cero con los delincuentes). De acuerdo con esta teoría, las personas tienden a comportarse más incivilizadamente cuanto más degradado se encuentre el medio donde residen, edificios sucios, ventanas rotas, paredes pintadas, basura, etc. Luego de meses de arduo trabajo, con detenciones, y actuando de manera social, ayudando a reconstruir esos barrios, limpiando los vagones de los grafiteros, consiguió lo que se propuso. 
Seguiremos con esto, pero ahora yo añado un punto de vista más fácil, y económico, actuando sobre la raíz del problema primario. La Educación y el comportamiento del individuo en el medio social sea cual sea el mismo. No refiero a un adoctrinamiento, sin condiciones. Sino llevando al individuo en su niñez a unas explicaciones de lógica, para con el comportamiento con los demás.or supuesto eso sería también con sus mayores, actuando de manera cuasi simultanea con ejemplos de convivencia claros.
Dándoles afecto atención y cariño, amor, los corazones se abren y es más fácil educar. Actúan como esponjas que todo lo bueno lo absorben y suelen rechazar lo negativo para si mismos y los demás. Debemos, tenemos la obligación de ser honestos con nosotros mismos, que estamos fallando como sociedad. No damos ejemplos positivos a nuestros hijos. El comportamiento con ellos es frío, sin calidad, de ese calor humano que tanto necesita un infante. Luego las prisas, el trabajo, en conjunto una sociedad atormentada por el tener más, para conseguir más, estamos día a día, haciendo una dejadez de funciones, familiar, y convirtiendo la casa en un cúmulo de extraños que viven juntos y poco más. O cambiamos la manera de comportarnos o puedo vaticinar, y vaticino, que en treinta o cuarenta años ésta sociedad actual, tal cual la conocemos con lo bueno y menos bueno desaparecerá.
 El declive educativo en todos los ámbitos, y socialmente hablando también, y no es de los educadores, es el ejemplo que dáis, en vuestra unidad familiar. Más claro, blanco y en botella, no convirtáis a vuestros hijos en “ventanas rotas”, por favor. 
Un saludo amigos, seguiremos. Saúde e Terra.
 

Ventanas rotas

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