Otro, volver a empezar

migos: “El hombre que hace su fortuna en un año, debería ser ahorcado, doce meses antes” (Anónimo). “Las leyes guardan silencio, cuando suenan las armas” (Marco Tulio Cicerón). “Todas las victorias engendran odio” (Baltasar Gracián).
En Estado de Alarma existen unas leyes impuestas por nuestra seguridad y según el avance de la pandemia, en cada Comunidad Autónoma, van desbloqueándose, a medida que ser avanza. Lo que quiero apuntar, que esto es, por el bien de toda la población del país en cuestión,  en todo ello, hay normas impuestas por Real Decreto, que faltan a la Constitución de un estado de Derecho, pero que si no las hubiere, la pandemia sea un genocidio brutal del país en cuestión, en este caso, el nuestro. Por lo tanto y pese a la problemática de destrucción económica empresarial, hay que pensar en tan sólo una cosa de dos, una, es la salud pública, y otra es la producción empresarial, salud o dinero en una palabra. 
Para un servidor, sin pensarlo, es la salud, porque si eres el más rico del mundo, sin salud, ya no eres nada y estás muerto. No tan sólo hay que pensar en nuestros trabajos o empresas, sino en un futuro, cercano. Los hijos y nietos, ¿qué van a encontrar en pocos años? Un país deshabitado, infestado de cadáveres, o un país lleno de gente, pero con un futuro para recomenzar la remontada. Esto mismo fue lo que se encontraron nuestros abuelos, cuando muchos tuvieron que emigrar para buscarse la vida por todo el globo, dejando a sus familias aquí. Y pasar las mil una para salir adelante. Y traer divisas para el país. El resto, los que quedaron, tuvieron que empezar de cero en la reconstrucción de todo el territorio nacional. Con sangre sudor y lágrimas, la fueron llevando a cabo, en una labor encomiable. Y bajo un régimen dictatorial, en el cual, tan sólo por pensar, eras encarcelado, mínimo.
La libertad de prensa no existía, existían los que censuraban letras de canciones, versos de poemas, imágenes un tanto dudosas de género, o de critica seudo-política. Y el hablar de política en bares o lugares públicos, era una examen aprobado para funcionario publico, o sea la cárcel. Los censores del régimen no daban abasto. Todo lo que se saliera del guión establecido era cortado, en parte, o por completo. Y me acuerdo de llevar las letras de los mayos a la policía del régimen. A sellar, para que le dieran el visto bueno, y así poder cantarlas el primero de mayo en público. Todo era censura. Si te comportabas como una oveja más del rebaño, no tenías problemas, pero eso sí, no te salieras de la fila marcada, y en los estudios igual o peor. Así como en la mili. 
Pues con todo esto y mucho más que me callo, porque al final ya no vale la pena, nuestros abuelos, tiraron para adelante y paso a paso fueron reconstruyendo este país, de sus cenizas, hasta hoy. Y tal como está la cosa, el futuro tiene un color muy oscuro, por lo que son los nietos de esos abuelos que pusieron este país arriba, los que les va a tocar volver a empezar. Un volver a empezar, que no viene de una guerra sino de una epidemia, traidora, que nos cogió, con los pantalones en la mano y hasta no pudimos echar  a correr. Y el colmo, para mas INRI, esos héroes del renacer del país, los dejamos en las residencias, y solos.  A morir, por la patria. Ya era lo que faltaba. Miles y miles de fallecidos, fueron el pago del país por sus esfuerzos, 
Esta fue una generación sin suerte, aunque la merecieran de sobra. Algún día alguien les honrará como se les debe, como yo hago ahora, que descansen en paz ahora, ya que de vivos, no pudieron. Y el asunto de las normas impuestas, es algo parecido, aunque en este caso es por el bien de todos, aunque los ejecutores de las mismas, en muchos casos, no sean precisamente monjas de la caridad.
Por esta zona ciudadanos venidos de la otra punta del país, pululan  a sus anchas, por las zonas de playas, de las Rías Bajas, conculcando dichas normas de la desescalada. Es increíble el egoísmo de muchos, que sin tener el decoro que se les supone, falten a las normas básicas de la convivencia con sus semejantes, por miedo y egoísmo puro y duro. Un desastre, que Dios nos coja confesados, porque este verano, el rebrote de esta epidemia sin sentido, lo pagaremos, los que cumplen las normas dictadas, junto con los que las faltaron. Todos al mismo cajón, aunque  no para el mismo destino final. Eso seguro. Un saludo, amigos. Saúde e Terra.

Otro, volver a empezar

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