La transparencia opaca

Cuando se habla de transparencia se tiene que hacer en serio. Tendría que ser uno de esos términos a proteger, que no se banalizase, porque cuando se hace un uso superficial estamos poniendo a esa figura en peligro. Lo digo porque, últimamente, al gobierno socialista de Vilagarcía se le está desmoronando a pasos agigantados esa imagen que quisieron vender en campaña y que a base de faltarle al respeto a la propia transparencia (y por extensión a todos los que convivimos en esta ciudad) se les ha vaciado de significado.
Yo entiendo la política como una herramienta, posiblemente la más potente de todas, para resolver los grandes y los pequeños problemas de las personas. Ese es el “fin” y lo único que justifica son “medios” que han de ser educados, respetuosos y transparentes. Para mí, “transparencia” es dialogar, negociar con todos y cada uno de los compañeros de corporación y ceder cuando el prójimo tiene una buena idea o un proyecto que complete tu propia hoja de ruta.
Pero “transparencia” también es saber pedir perdón y reconocer que te has equivocado. Aunque a la lista añadiría “no contar versiones infladas y parciales de algo para intentar sacar mayor rédito en la opinión pública”, porque luego pasa lo que pasa. Las faltas a la verdad tienen las patas tan cortas que un día vas a Madrid a reunirte con ADIF y trasladar que sería interesante hacer un estudio para mejorar nuestras comunicaciones y otra muy distinta intentar vender la moto de que poco menos que te han dado luz verde y casi redactado el proyecto de la intermodalidad de Vilagarcía, que muchos hemos pedido y defendido antes. Y lo peor que te puede pasar cuando eres político es que cuando crees que se la has colado a la ciudadanía levanten un teléfono desde ADIF y te dejen la exageración al descubierto. Yo lo he leído esta semana en este diario. ¿Se han parado a pensar cuántas de estas exageraciones o apropiaciones de gestiones e ideas nos han intentado colar desde 2015…?
Pero transparencia es también abrir las puertas, no solo decir que las tienes abiertas tras los siete cerrojos y el juego de candados que tapia el despacho de Alcaldía al principal grupo de la oposición, que por cierto se quedaron a escasos 800 votos de diferencia… Ser transparente es el producto de una serie de conductas, decisiones y acciones, no una etiqueta que te puedes comprar o imprimir. Transparente, o se es, o no se es. No hay medias tintas. Nosotros llevamos años sufriendo desaires públicos por esto, pero ha tenido que venir una encuesta externa, una plataforma que se dedica a calibrar la transparencia de las instituciones, para dejar a la ciudad en ridículo ante todo y ante todos. Destacar solo en “poca transparencia” y ver cómo te superan concellos grandes, medianos y pequeños, de esta provincia y de todas las demás, parece poco éxito para quien se le llenó la boca en campaña pidiendo “un alcalde que no mintiese”. Y poco motivo para sacar pecho para quien presume de diálogo pero tarda más de 100 días en poner fecha para reunirse con el PP. Y no lo digo yo, lo dice Dyntra, la plataforma social de transparencia y gobierno abierto que sitúa a este gobierno en el puesto 26 de toda Galicia. Y esto tampoco lo digo yo, lo dice Diario de Arousa. Y yo lo suscribo.
La batalla política se pierde desde el mismo momento en el que la opacidad se adueña de la manera de entender la política de cada uno. Hay que ser transparentes hasta para reconocer que no estás siendo transparente porque lo único más claro que ese compromiso con la verdad es la imagen que percibe cada ciudadano, que ve cómo sus dirigentes se esfuerzan en hacerles creer lo que saben que no es verdad…
Soy de las que piensa que las transparencias han de ser algo más que un tejido en una gran pasarela y que cuando se usa ese término en promesas o programas electorales hay que hacerlo única y exclusivamente si lo vas a llevar a cabo. Está claro que de momento, con los mimbres actuales de este gobierno local, seguirá siendo más un tema de moda o alta costura que de política cercana y real. Como ya dije el otro día, tranquilidad, que ya quedan menos de 500 días…

La transparencia opaca

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