Los otros 364 8-M

Esta semana el mundo ha vivido una sacudida. Y lo ha hecho porque si todas las mujeres del planeta damos un puñetazo encima de la mesa, todo retumba al unísono. De eso no hay duda. Las mujeres seguimos conquistando espacios a diario. Lo hacemos en todas las áreas y lo seguiremos haciendo. Este 8-M ha habido muchas ideas, muchos mensajes, algunas confusiones, pero un lema: SOMOS IGUALES. En esa idea sí entramos todas y cada una de las mujeres del mundo. Desde el rascacielos más alto de la cúspide de las grandes empresas hasta la aldea más remota de países lejanos. Todas las mujeres merecemos respeto e igualdad de oportunidades. Faltaría más!
Los lemas, las campañas y las protestas deben ir más allá de unas siglas u otras. Esto es mucho más que política de partido. Es un mensaje a la sociedad. Pero no sólo para una fecha señalada. Es un tatuaje que nos debemos marcar en la piel para los otros 364 días del calendario. Llegará el día en el que, por suerte, ya no se tenga que reivindicar un derecho a ser iguales, porque lo seamos a todos los niveles, en todos los sentidos y en todas las facetas de la vida. Lo único que nos separa por naturaleza a hombres y mujeres es un mero cromosoma. Eso no nos hace ni mejores ni peores. Ni superiores ni inferiores. Nos hace únicos y únicas.
Yo estoy orgullosa de ser mujer, de ser portavoz de mis compañeras y de mis compañeros. Represento a unas y a otros. Lo hago encantada de que sea normal que haya portavoces mujeres (el “palabro” “portavoza” no me gusta nada). Para muestra el botón de mi partido, la portavocía del grupo municipal, la vicepresidencia local o la del Gobierno Central. La Presidenta del Congreso y tantas otras mujeres con mayúsculas que sostienen este país, en altos cargos de dirección o en el resto de ámbitos son las que picotean el techo de cristal a la espera de que poco a poco desaparezca.
Particularmente no comparto el símbolo del mandilón como mejor exponente reivindicativo de la mujer. Lo digo porque puestos a reivindicar, saquemos las batas blancas de médicas, científicas, farmacéuticas, investigadoras, los birretes de las catedráticas o las togas de las juezas…
Creo firmemente que la independencia económica es una de las principales herramientas para conseguir una igualdad real y se están dando pasos en ese sentido, pero queda mucho por hacer. Debemos seguir en la línea de mejorar la empleabilidad femenina así como debemos seguir tomando medidas para continuar rebajando la injusta brecha salarial.
Todas las movilizaciones que busquen la equiparación real y la igualdad entre mujeres y hombres son respetables. Y digo todas. Hay mil y una maneras de instar, de pedir, de exigir y de conquistar mejoras sociales. Yo soy de las que también lleva el pan todos los días a mi casa. Estoy orgullosa. Y mi marido también. Somos paritarios, somos complementarios. Somos iguales…
Las mujeres somos el motor en muchos aspectos. En días como hoy, en semanas como ésta y en meses así, siento que la batalla se gana en el día a día, en cada gesto y en cada decisión. Yo seguiré batallando en primera fila y siendo la portavoz de todas y también de todos.

Los otros 364 8-M

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