No dar la talla

En esta vida hay quien no da las gracias, otros no dan ni los buenos días y algunos no dan la talla. A estos últimos se les reconoce perfectamente porque solo saltan, y pierden las formas, cuando alguien se lo dice en voz alta y de frente mientras todo el mundo lo piensa… Las buenas formas no hay que perderlas nunca y no consisten en callarse cuando alguien intenta quedar por encima de una, sino en hacerte valer con calma y educación pero por desgracia no se pueden comprar en las tiendas. Digo todo esto porque es posible que la inmensa mayoría de la ciudadanía no conozca la cara más desagradable y decepcionante del alcalde. Conforme se ha ido acercando el final de su mandato, y al tiempo que se percibe el aroma a elecciones, ha ido endureciendo su discurso, se va poniendo nervioso y va perdiendo todavía más las formas echando mano de la soberbia y la arrogancia en lugar de la clase y la educación. El gran logro de su mandato ha sido elevar el nivel de crispación, repartir broncas entre los concejales de la oposición de todos los grupos y exprimir hasta la última gota las funciones de alcalde para imponer (o quitar) turnos y réplicas.

A Varela le fastidia más que alguien le diga a la cara que no da la talla como alcalde que le saquen los colores por sus errores de gestión, que hay para escoger. En el mismo pleno en el que tuvo que reconocer que como las barandillas del río do Con eran un peligro porque se caían niños y perros las quitó y llevan semanas siendo más peligrosas que nunca porque ahora no hay ninguna protección. La misma tarde en la que tuvo que asumir que la obra de la Travesía Alejandro Cerecedo había quedado como una auténtica chapuza y en la misma sesión negra en la que confirmaron las deficiencias de la plaza de Galicia, al final, lo único que le hizo perder los papeles fue lo de la escasa talla política…  

El PSOE y Varela no han dado la talla en estos 4 años, y lo saben. El PSOE y Varela empezaron a incumplir las expectativas creadas el mismo día en que tomaron posesión. Lo único que a día de hoy se pueden llevar a la boca han sido las caídas de la fuente de plaza de Galicia, la chapuza de hormigón oxidado que destiñe y una visita a un solar con una obra donde algún día esperemos haya una escuela infantil.

No dar la talla es ser incapaz de llegar a acuerdos con nadie. No dar la talla es cerrar las puertas de su despacho a la ciudadanía cuando es incómoda la visita. No dar la talla es ser incapaz de hacer un proyecto sin generar más críticas que antes de hacerla. No dar la talla es no tener previsto ni un solo euro en 4 años para una red de tuberías que se deshacen en las manos. Y no dar la talla es creerte más que los demás por el mero hecho de ocupar temporalmente un sillón en Alcaldía cuando gobiernas en una crítica minoría y lo único que le ha salvado es el favor de los nacionalistas y de quien fue expulsado de IU.

La izquierda está más fraccionada que nunca. La falsa apariencia de tranquilidad del gobierno encierra un poderoso pánico a pegarse de bruces contra la realidad y contra las urnas. El gobierno se ha desconectado poco a poco de la realidad de la calle y a base de darle la espalda no han escuchado el murmullo de lo que ahora se empieza a convertir en griterío. Se lo van a jugar todo al hormigón en el centro. Estoy deseando ver cómo les va en los mítines por las parroquias. Supongo que igual de mal que ese calendario que prometieron en 2015 y que ni estrenaron. A ver a quién le echan la culpa ahora. Ya queda menos, lo digo siempre. Y me refiero al tiempo y a la ilusión que despertaron hace 4 años…

No dar la talla

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