Tarde, mal y a rebufo

A medida que pasan las semanas constatamos que el concepto socialista de cómo gobernar un país o una ciudad es de combustión lenta. Si a esto le sumamos la variable “pandemia global”, lo elevamos a la enésima potencia y nos topamos con dos submodelos: el que no hace nada y el que pone palos en las ruedas. Seguimos llegando tarde y mal a la implantación de medidas y quien tenía que ponerse al frente, se dedica a ir a rebufo. Miren el caso de Vilagarcía, el vagón de cola de la comarca y de las ciudades de Galicia…

Y eso que tenemos un sobredimensionado equipo de gobierno, con más concejales que concejalías. Igual son muchos liberados pero pocos a producir. Propongo un reto: Que levante la mano quien conozca por sus iniciativas a todos los concejales de este gobierno… (¿a que no?). Pues eso!!


Pero la situación es más grave. Estamos reviviendo con Sánchez la peor versión de un bipartito socialista. Aquí en Galicia sabemos bien de eso. Todavía suena a pesadilla aquel esperpento de gestión de la dupla Touriño-Quintana de infausto recuerdo para todos. Pensar que si no fuese por el dique de contención de Feijóo en la Xunta podríamos tener triple castigo (Vilagarcía, Galicia y Madrid) da que pensar para el futuro…

Pero los tentáculos de la inacción y del caos de gestión no solo salpican al cuestionado Salvador Illa, a los Iglesias-Montero o al indescriptible Ábalos. En la peor comunicación que se recuerda en muchos años, capaz de anunciar una medida para millones de españoles para desdecirla pocas horas después, sobresale una oscura e ilógica inquina hacia las gallegas y los gallegos. “Os veciños de Galicia non poden ter máis restricións de movementos que os de Asturias”, explicaba Alfonso Rueda esta semana, con mucho más criterio y responsabilidad que los que pilotan la nave en modo automático. Es inexplicable que este desgobierno haya pensado que en Asturias las personas que viven en núcleos de población de menos de 5.000 habitantes sí podían estar liberados de franjas horarias, mientras que los gallegos en las mismas circunstancias, no. Pero hay más. La Xunta autorizó los mercados de productos agrícolas perecederos exigiendo el cumplimiento a rajatabla de las medidas de protección y distanciamiento, como en otras comunidades. Lo que fue noticia en los medios nacionales es que la Delegación del Gobierno en Galicia contradijo la decisión autonómica sembrando indignación e incoherencia. Es lo que pasa cuando pones por delante los intereses partidistas y electoralistas en vez de a personas que gestionen con responsabilidad y experiencia.

Pero hay más. La gran idea de los emisarios del Gobierno de Sáchez en Galicia era que para regar las lechugas de las fincas de autoconsumo hubiese que pedir permiso a la Guardia Civil. Para pescar en solitario en un río, permiso a la Benemérita. Y para alimentar a nuestros animales, bendición de las autoridades. Como dijo Feijóo en el Parlamento: “¿Pero en qué país vivimos?”. Como dijo el presidente, los gallegos nos diferenciamos de algunos que viven en Galicia pero miran a Madrid en que somos “disciplinados, humildes y pacíficos”, porque si no… si no, seríamos como ellos. Como los que niegan el luto oficial decretado por la Xunta negándose a poner las banderas a media asta. Da hasta miedo la negativa y la sinrazón. Para muestra de la diferencia de estilos, un botón, bueno mejor dicho una corbata: El Presidente de todos los gallegos y gallegas eligió el negro luctuoso en memoria de las víctimas de la pandemia para comparecer. El que se supone que es jefe de la oposición, el rojo mitinero que no renueva. Seamos serios. ¿Alguien cree que Gonzalo Caballero está a la altura de ponerse al frente de un gobierno como el gallego?. Yo tampoco.

Tarde, mal y a rebufo

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