Pasar de todo

Pasar de todo es una actitud ante la vida, en la que incurre el “nihilismo ontológico” de los escépticos, para los que “no hay ningún saber firme” ni ninguna “opinión segura”, y  de los estoicos, que consideran el deseo como fuente de infelicidad, defendiendo que se deben aceptar de buena gana todas las circunstancias que trae consigo la vida en cada momento, sin desear otras.
Descartes es el mayor enemigo de los escépticos, pues dudaba de todo menos de la propia duda y los escépticos, niegan el hecho mismo de dudar.
Esas dos posiciones, cómodas y egoístas, coinciden en “no dar valor” a la posición del hombre en el mundo, como si fuese una partícula que debe aceptar “lo que le ocurra”, pero sin contribuir ni participar en  lo “que ocurre”. Esto equivale a considerarle objeto de la historia y no protagonista activo de la misma y de su desarrollo.
De seguir dichas posturas, el hombre sería juguete de las circunstancias y su “yo” no existiría o sería innecesario. Como se puede comprender, esta idea está en manifiesta oposición con el pensamiento de Ortega y Gasset según el cual “el hombre es el yo y su circunstancia”, es decir, no una cosa u otra, sino las dos juntas y en clara relación de interdependencia.
Por otra parte, pasar de todo es someterse y aceptar todo lo que pasa, lo que contradice al espíritu crítico y racional del ser humano. Ser, no es estar;  ser es ser algo y para algo. Si esto no ocurre, podemos decir que el ser no sirve o que es inservible. Ser, es afirmar la propia identidad; más aún, afirmar su razón de ser. Si no existe ninguna razón de ser, la persona se convierte en un objeto inerte, sin libertad y vida propia, pues efectivamente la pérdida de personalidad consiste y se produce cuando se carece de vida autónoma, libre y responsable.
Sin vida propia, no hay propiamente vida humana. No hemos elegido vivir; pero somos responsables de cómo vivimos y queremos vivir.
Como dice Ortega, “la vida que nos ha sido dada, no nos fue dada hecha; tenemos que hacérnosla”, es decir, si no somos responsables de haber nacido sí lo somos de cómo aceptemos y nos dispongamos a vivir la vida.
Nacer es ajeno a nuestra voluntad, pero vivir es obligación y responsabilidad de nuestra condición de seres racionales y libres.
Pasar de todo es, en definitiva, no ocuparse ni preocuparse por nada, lo que en la práctica conduce al fatalismo, es decir, creer que las cosas pasas porque tienen que pasar, incluido el hecho mismo de vivir. Esta actitud provoca el tedio o hastió de la vida y en consecuencia su conformidad o rechazo; pero todo, menos hacer frente y afrontar sus desafíos, retos y vicisitudes.

Pasar de todo

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