Victimismo e impunidad

El victimismo es la tendencia de una persona a considerarse víctima o hacerse pasar por ella. Se trata de simular una agresión o menoscabo inexistente para responsabilizar a otro u otros de los propios fallos, fracasos y errores.
En el terreno político es la coartada a la que recurren los políticos y los grupos o sectores más influyentes de la sociedad, para la impunidad de sus actividades ilegales, aprovechando la tolerancia, pasividad o debilidad de los poderes públicos o, en algún caso, invocando la falsa idea de un interés o una superior razón de Estado.
El victimismo es el más descarado ejemplo de paradoja que favorece a los que lo practican y convierte en verdaderas víctimas al resto de la población. Se trata de esgrimir falsas acusaciones para justificar la queja y debilitar la fortaleza del Estado y de la ley.
No actuar por miedo a fomentar el victimismo es un atentado a la justicia y un premio que favorece el aumento y extensión de sus efectos, confirmando el viejo aforismo, de que el que no se queja no consigue nada.
El victimismo se sirve de la queja como argumento reivindicativo y de protesta. Incluso, amaga con males mayores si no se atienden sus pretensiones, que considera injustamente rechazadas y no atendidas.
En la historia política española, el ejemplo más escandaloso e indignante de victimismo delictivo, fue el cometido durante treinta años por el pseudonacionalista catalán Jordi Pujol y sus cómplices que, con la falsa acusación de que “España nos roba”, se enriquecieron injustamente, saquearon públicamente a sus conciudadanos, situaron sus bienes y fortunas fuera de España en paraísos fiscales y, todo ello, lo hicieron envueltos en la “señera” o bandera cuatribarrada catalana.
El victimismo, también, opera fuera del ámbito político con el pretexto de evitar males mayores o de que el remedio pueda ser peor que la enfermedad. Estas son las fórmulas más socorridas que, para detener o impedir la acción de los gobiernos y de la justicia, se utilizan en el terreno empresarial, fiscal y financiero.
La estrategia de fomentar la queja, como medio de conseguir ayudas oficiales, es práctica habitual en sectores sociales y económicos en dificultad que buscan ayudas, prebendas y privilegios, atribuyendo la causa de sus fracasos y errores, a las circunstancias del entorno o a agentes externos.
Si la justicia o el gobierno operan con esas cautelas, o por criterios de pura conveniencia y oportunismo político, el victimismo alcanzará mayores espacios de impunidad,  perjudiciales para el resto de la población.
El victimismo, en fin, actúa como mecanismo retardatario o inhibidor de la acción de la justicia y de los poderes públicos, alegando la representación y defensa de supuestos intereses superiores para encubrir y justificar el carácter delictivo de sus acciones y conducta. 
 

Victimismo e impunidad

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