¿NOS LO CREEMOS?

Con un atisbo de esperanza y el noble deseo de un futuro mejor han acogido los ciudadanos de La Coruña la promesa del alcalde, Carlos Negreira, de que nuestra capital estará “pronto en el primer lugar” en cuanto a la transparencia que se ofrece a los ciudadanos respecto a las acciones del Gobierno Municipal, O sea, si hemos entendido bien, que se acaban los enchufes y designaciones por el puñetero dedo de fontaneros, abrazafarolas y lameculos, tan abundantes hasta el momento en nuestro organigrama municipal. O sea, que los funcionarios de nuestro Ayuntamiento que lo son por sudada oposición ya no tendrán que estar en permanente cabreo al ver como unos chupatintas del tres al cuarto les usufructúan los derechos adquiridos por oposición. O sea, que don Carlos le echará riñones al asunto y mandará a los fontaneros a tomar por retambulfa antes de las elecciones municipales.
Porque la transparencia –¡oiga usted!– ha sido prometida por el primer edil y no deseamos en modo alguno que nuestro alcalde pueda caer en el perjurio. O sea, que en setiembre se resolverá de una vez por todas la adjudicación de la Fábrica de Armas. O sea, que de un momento a otro don Carlos pondrá en marcha las muchas infraestructuras pendientes. O sea, que con presteza nuestro ínclito alcalde limpiará su casa de Pikachus y Pokemones. O sea, que se terminaron los “dispendios” que suponen los contratos municipales dados a “dedo”. O sea, que subirá la ratio de adjudicaciones presupuestaria del Ayuntamiento. O sea, que la palabra del alcalde será ley –y no como en aquel famoso “LA” de La Coruña, cuando bajó el pantalón–, ya que don Carlos ha dicho, taxativamente, con la boca grande: “Nosotros estamos mejorando la transparencia, somos la segunda mejor ciudad de Galicia y espero que sigamos escalando puestos porque estamos poniendo todos los medios para ello”. ¡Aleluya!, qué alegría: en poco tiempo Pokemon o Pikachu serán desterrados de nuestro Ayuntamiento y los coruñeses podremos ir por ahí con la cabeza muy alta, ya que ahora desfilamos con la mosca detrás de la oreja. Pero tranquilos, ciudadanos: la promesa del alcalde la han recogido por escrito los periódicos. Y cuando papeles hablan, barbas callan. ¡¡Enhorabuena, señor alcalde!!

¿NOS LO CREEMOS?

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