Nada es lo que era

Pactar es un verbo que conjugan mal los dirigentes del PP. Les cuesta darse por enterados de que ya no tiene mayoría absoluta. Con 137 diputados están obligados a pactar. Pero se les hace cuesta arriba porque vienen de imponer leyes. Como fue el caso de la Ley de Seguridad Ciudadana que se aprobó con los solos votos del PP y que ahora la oposición en unos casos quiere reformar y en otros, derogar. Todo en la vida tiene un porqué. En el caso de esta ley su origen nos devuelve a los tiempos de las manifestaciones encadenadas bajo aquél lema de “no nos representan” que desembocó en otro: “Rodea el Congreso” que fue la presentación de lo que con el andar del tiempo sería Podemos. 
Crispación era la palabra y Fernández Díaz el ministro del Interior. Por aquellos días las encuestas reflejaban el malestar de una parte del electorado preocupado por la inseguridad. Las reacciones en caliente, unilaterales y sin demasiada reflexión suelen conducir a los extremos. La ley se aprobó sin consenso y por ello en el certificado de nacimiento llevaba implícita aunque la partida de defunción. En 2015 el PSOE la recurrió ante el Tribunal Constitucional.
Aquel recurso es la base para buscar un acuerdo con las fuerzas parlamentarias que están por la derogación. El debate coloca al PP ante el espejo de su precariedad parlamentaria. Nada es lo que era. Son historia aquellos días de mayoría absoluta en los que las sesiones de control al Gobierno eran una variante del Club de la Comedia de las que Rajoy a salía airoso.

Nada es lo que era

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