El pulso de Rivera

Cuando Albert Rivera, dejando atrás un pacto con el PSOE selló otro con el PP para investir a Mariano Rajoy, sin saberlo, firmó una larga penitencia política. Quienes llevamos años observando los hechos de los políticos vimos con escepticismo aquél acuerdo. Recordaba la alianza entre el tiburón y el pez torpedo. Rajoy nunca ha simpatizado con Rivera. La soltura del joven tribuno catalán, le exaspera.
Aunque en términos ideológicos, Ciudadanos comparte ideología con alguna de las corrientes que nutren al PP, en el registro de las relaciones personales, entre Rajoy y Rivera no hay química positiva. Una vez conseguida la investidura: joven, olvídese usted de lo prometido. Tres meses después, ninguno de los puntos del pacto se han cumplido. Nada. La clave del ninguneo al que están sometiendo a Ciudadanos la dio Martínez Maíllo, cuando con brutal sinceridad dijo que firmaron el pacto porque eran “lentejas”. Rajoy quería seguir y pagó el precio que le exigían. El compromiso duró un instante. Pero, a la manera de la familia del “simpa” de Bembibre que tras celebrar un bautizo en un restaurante, bailaron la conga y se largaron sin pagar, el PP no tiene voluntad de cumplir lo pactado.
Ahora Rivera les está echando un pulso en Murcia exigiendo la dimisión del presidente regional. Rivera se juega mucho en este asunto. Si lo consigue habrá salvado la cara. En sentido contrario Ciudadanos habrá dado un primer paso en el camino que conduce a la irrelevancia política. Si no se hacen respetar, nadie les tomará en serio.  

El pulso de Rivera

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