Vivimos de las encuestas

Vivimos de las encuestas. De ideas preconcebidas y encuestas. Pero todo está en el aire. Ni siquiera estamos formalmente en campaña electoral pero parece que se ha instalado la creencia de que después del 28 de abril Pedro Sánchez seguirá en La Moncloa. Todos los sondeos apuntan en la misma dirección y el repicar de los medios con el mismo mensaje está calando en el ánimo de una parte del electorado. El último del CIS le asigna alrededor de 130 diputados y le resta cincuenta y tantos al PP que quedaría entorno a los 70. Sube Ciudadanos, poco (50) y baja mucho Podemos (35-40). Se quedaría en la mitad de lo que tenía. Y la novedad: entraría con fuerza Vox con más de 30 escaños.

Las encuestas reflejan estados de intención de voto consolidados, pero no pueden penetrar en el secreto de los indecisos. Y la cosa se complica cuando, como sucede en estos comicios, hay un partido nuevo sobre el escenario. Es el caso de Vox. Una incógnita que refuerza su peculiar forma de hacer campaña. Santiago Abascal, su líder, no se prodiga en los medios pero aún así, su nombre y las ideas y palabras que se le atribuyen -no siendo todas ciertas-, acaban en boca de sus adversarios políticos. Es raro el mitin del PSOE en el que Pedro Sánchez no cargue contra Vox y contra el “trío de Colón”. Algo similar se despacha en algún momento en los mítines de Pablo Casado. El líder de los populares ha llegado a recordarle a Abascal que no sea tan duro con el PP porque hasta hace poco cobraba de éste partido. También se escuchan referencias a Vox en los discurso de Albert Rivera. 

Es, ya digo, un caso llamativo porque son sus adversarios quienes a fuerza de señalarlo le están haciendo la campaña. Y los medios recogen y reproducen el eco con lo cual el mensaje se retroalimenta. Abascal, por su parte, ara sin salirse del surco alertando del peligro que corre la unidad de España por obra de las maniobras de los partidos independentistas. Es un mensaje simple, pero fácil de comprender y, por lo tanto, eficaz. Ha calado entre muchos votantes tradicionales del PP cabreados por la forma en la que Rajoy manejó el desafío de los separatistas y podría estar calando entre la gente joven, votantes primerizos. Nos movemos en registros demoscópicos y por lo tanto en un mundo de proyecciones virtuales. La campaña podría cambiar algunas de esas expectativas, pero no en demasía. Atentos, pues, a la pantalla.

Vivimos de las encuestas

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