Los abucheos dan a Sánchez más votos que Franco

a campaña (extraoficial) es más virulenta en los medios que entre los propios partidos políticos, que ya han comprobado que la crispación, los malos modos, los insultos, no rentan. Pero comprobamos que una simple visita del presidente del Gobierno en funciones a Barcelona crispa: es utilizada por algunos como munición en contra del líder del PSOE. Porque quienes le disparan verbal y literariamente por acudir, en ‘plan electoralista’, a visitar a los policías heridos en las salvajadas de la semana pasada lo hacen pensando en el desgaste de los socialistas en las ya inminentes urnas. En el fondo, saben que el hecho de que los del Tsunami poco democrátic le abucheen en Cataluña aumenta el voto de Pedro Sánchez en el resto de España, que está harta por completo de un ‘procés’ que ha entrado en una etapa completamente ‘tórrida’, es decir, loca.

Pienso que es obligación de un presidente del Gobierno, tras los gravísimos acontecimientos de la pasada semana, acudir a comprobar ‘in situ’ los daños. Algunos insensatos le han criticado por ir escoltado al lugar del conflicto: faltaría más que a él también le ‘cayese’ una pedrada en la cabeza y encima, sin casco, como tienen que ir mis compañeros cuando informan de las manifestaciones de los cafres. Que, por cierto, tampoco hubiese estado mal que el presidente del Gobierno central en funciones hubiese acudido igualmente a visitar a alguno de los mossos heridos, aunque ninguno lo estuviese de gravedad: una muestra más de que lo que buscaba eran votos en Zamora, Huelva, Toledo o Torrelavega y no en el ya agotado ‘caladero’ catalán.

Y no, no defiendo a Sánchez, que ya se sabe que es un maestro del postureo, algo especialmente inevitable en las campañas: simplemente, constato que las portadas de las últimas horas han estado protagonizadas por él, por su visita al hospital de Barcelona, al que no pudo acudir Pablo Casado, que coincidió temporalmente en la Ciudad Condal con el presidente del Gobierno en funciones. Y, sugirió el propio Casado, si no pudo ir a visitar a los heridos fue, precisamente, porque, como Sánchez iba también a visitarlo, los responsables del centro consideraron poco oportuno que ambos anduviesen por allí. En fin, ya digo: ‘¡son las elecciones, estúpido!’, parafraseando a aquel célebre asesor de Clinton.

Insisto en que, para mí, un estadista hubiese respondido al teléfono de Torra, para ponerle firme y decirle “te tienes que marchar porque contigo no hay solución”. Eso le hubiese dado, me parece, aún más votos que los abucheos de los de la DANA, o el tsunami. Hubiese sido, sí, un paso algo arriesgado, porque con alguien como Torra nuca se sabe por qué registros demenciales va a salir, pero insisto en que un estadista tiene que correr riesgos. Claro que Sánchez no es un estadista, sino un estratega.

Pero seguro que esa operación le hubiese dado más votos que la complicada exhumación de Franco, que se va convirtiendo, a medida que nos cuentan el operativo, en un circo, con nuestro pasado como pista. A ver qué nos dicen los ‘trackings’ demoscópicos que proliferan estos días como setas con la lluvia. Y es que esta vez está en juego mucho más que en las tres ocasiones anteriores en las que tuvimos que ir a las urnas. Nos lo jugamos, esta vez, todo. Todos.

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