Casado, próximo presidente del Gobierno... o no

asi todo el mundo está de acuerdo en dos cosas: una, en que la moción de censura contra el Gobierno planteada por Vox favorecerá al Gobierno. Y dos, que, en realidad, los misiles ocultos de la moción se dirigen contra el presidente del Partido Popular y líder de la oposición, Pablo Casado. Que en estas horas sigue estudiando cómo capear la ofensiva de Santiago Abascal y convertir el desastre parlamentario que se avecina esta semana -ya verán, ya, la de sal gorda que se va a derramar desde el atril_en un éxito personal. En un escalón más hacia esa cima deseada, consistente en colocar a Pablo Casado en La Moncloa.
Pienso que, a estas alturas, Abascal solo busca con su moción incrementar la tensión ya existente en el ambiente político español y, claro, darse notoriedad. No hay cosa que más encante al líder de la derecha total (lo de ultraderecha me gusta poco, como la mayor parte de las etiquetas prefabricadas) que, por ejemplo, el desmadre que evidencia la coalición PP-Ciudadanos en Madrid, donde asesores tiene Isabel Díaz Ayuso que pretenden convertirla en la ‘lideresa’ de la oposición frente a la ‘blandura’ de Casado. Eso debilita al PP, dicen que piensan en la sede de Vox. Y deja a Abascal frente a frente contra Sánchez/Iglesias en el duelo al sol en la cúspide de la crispación.
Me parece que, si los demás actúan con inteligencia, al dirigente de Vox podría salirle el tiro por la culata. Preveo, si la tal inteligencia por fin decide brillar por su presencia, y no por su ausencia, un acercamiento entre el PP y el PSOE al menos en el tema de la renovación del poder judicial, cuestión en la que ambas partes admiten que la gestión, a la que no ha sido ajena Unidas Podemos, es un auténtico desastre que ya no puede prolongarse. Sobre todo, porque Europa ha empezado a enarcar las cejas de manera alarmante.
No sé qué hará Casado, al margen, probablemente, de pedir el ‘no’ a la moción de Abascal. Me consta que el presidente del PP anda preguntando, y preguntándose, por qué sus mensajes, frecuentemente llenos de sensatez, no calan. No tengo la respuesta segura, pero sospecho que a estos mensajes les falta fuerza y capacidad constructiva: el mero diagnóstico de que el Gobierno Sánchez/Iglesias actúa de modo desastroso no basta. Hay que echar una mano a Sánchez para que vuelva a dormir libre de la pesadilla Iglesias. De paso, quizá todos podríamos, de paso, conciliar el sueño y agradeceríamos no poco al ‘popular’ que nos alivie de los fantasmas extremistas de uno y otro lado. Puede hacerlo, pero ¿sabe?
Casado es algo más que ese ‘buen chico’ que sería el yerno deseado por todas las madres; es un aspirante serio a suceder a Sánchez -que obviamente no logrará, a este paso, agotar la Legislatura, y menos con sus actuales compañías_ en la presidencia del Gobierno. Y mucho va a depender, para que lo consiga, del rumbo que se trace a partir de esta semana. No puede permitir que el importante debate parlamentario que tan absurdamente ha planteado Abascal para esta semana se convierta en otro espectáculo como el de las sesiones de control al Gobierno de cada miércoles. Las próximas horas podrían, deberían, ser decisivas en su carrera. ¿Presidente del Gobierno o juguete roto?

Casado, próximo presidente del Gobierno... o no

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