¿Y si todos declinan?

El rey inicia desde hoy una segunda ronda de contactos con representantes de los partidos para proponer al Congreso de los Diputados un candidato que se someta a la investidura. Tras la primera, el monarca ofreció la posibilidad a Mariano Rajoy, una deferencia hacia el cabeza de la lista más votada el 20 de diciembre. Pero el señalado, defensor del muy discutible mantra que sostiene que debe gobernar la lista más votada, declinó la invitación por no contar con apoyos suficientes en el Parlamento, que es lo que cuenta en una democracia representativa. Como lo que hace el rey es un ofrecimiento y no un mandato, el candidato está en su pleno derecho de rechazar la oferta. Más discutible es que siga manteniendo su candidatura tras el rechazo. Pero ese es un problema que deberá resolver su partido. Así que en estos momentos tenemos a un presidente en funciones sin posibilidades de ser investido y a un candidato alternativo, Pedro Sánchez, que podría serlo con un acuerdo que aún no está maduro y que tiene detractores entre sus propias filas. Y la pregunta es qué pasaría si en sucesivas rondas todos los candidatos declinasen la oferta del rey y nadie quisiera arriesgarse a una incierta investidura.
La respuesta sensata sería convocar nuevas elecciones. Pero ahí está el problema, porque es una salida que no contempla la Constitución si previamente no se ha producido al menos un intento de investidura. Según su artículo 99, el rey no tiene tiempo tasado para proponer un candidato y el plazo de dos meses previsto para disolver las Cortes y convocar nuevas elecciones empieza a contar desde la primera investidura fallida. Al legislador no se le ocurrió prever que no pudiera producirse ni un intento de investidura. Y si alguien lo pensó, otros le convencieron de que circunstancia tan surrealista nunca se produciría porque se presupone que todos los que se presentan a unas elecciones desean gobernar. Pero España es así. De tal manera que si se produce situación tan alambicada tendremos que improvisar una salida que tenga encaje legal, si es posible, y contaremos con una razón más para promover definitivamente una reforma constitucional.  
 

¿Y si todos declinan?

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