Carril bici

Desde hace algún tiempo se están ejecutando unas obras que parecen no terminar jamás, las del soñado carril bici, que incordian al tráfico rodado y a los peatones, al avanzar despacio. Recuerdan a aquella famosa frase de Felipe II a su sastre: “Vísteme despacio que tengo prisa”. Los comicios municipales se hallan a la vuelta de la esquina y a la Mareas y le entran las prisas por llenar la ciudad de obras y reparaciones. En realidad no es mucho lo que hace, pero, al menos, algo se nota, aunque sea solo una gota de agua en un vaso, que no se sabe si está medio lleno o medio vacío, todo depende del ánimo con que se mire.

El carril bici tiene una longitud de algo más de cinco mil metros, desde la Marina al Pasaje, con chaperones de por medio, como en Primo de Rivera, a cuya vía se le sustrajeron varios árboles en el carril de salida y el murete medianero del centro de la calzada estrechó el carril de salida y se disfrazó con una enredadera. Había soluciones para una mejor estética.

En este asunto existe un nudo gordiano, hay un espacio discontinuo de carril bici finalizado, pero apenas se usa y los peatones siguen sufriendo el acoso de las bicis por las aceras, precisamente donde existe el carril bici ¿Por qué no se usa? Y se sigue abusando de las aceras. ¿No reclamaban un carril bici los ciclistas? Ahora que comienzan a tenerlo siguen utilizando la acera y los espacios para uso y disfrute del sufrido peatón. 

La bici es un artilugio mecánico que anda mediante fuerza motriz, pero el peatón es un simple espectador de los desmanes de algunos individuos sobre semejante artilugio, que amenaza seriamente al peatón más vulnerable, como son los niños y los ancianos, por su falta de inercia a la hora de caminar en línea, debido en unos (los niños) a que son de por sí inquietos y los mayores por su falta de capacidad en algunos momentos a sostener la verticalidad por los posibles mareos o falta de sentido de orientación.

Ahora hay que preguntarse por qué el Ayuntamiento no exige que se cumpla la ordenanza, si hay un carril bici para estos amantes de la bici, sin poner en riesgo al peatón. Además junto a la bici se hallan los modernos patinetes eléctricos, que alcanzan velocidades alarmantes y toman las aceras como si fuese una autopista. En definitiva, que el carril bici va camino de convertirse en una obra costosa para el contribuyente y, al final, será un adorno sobre la calzada, si no se toman las medidas adecuadas para cumplir lo que a cada uno le corresponde en cuanto a derechos y obligaciones. El peatón está completamente indefenso ante todos los artilugios que pululan en su espacio y que incordian su caminar tranquilo. Esta  moda invasora de la acera acabó con un reducto exclusivamente peatonal.

En fin, es hora de poner un poco de orden en las calles coruñesas y organizar el tráfico por el bien de todos. ¡Hasta las motos andan por las aceras!

Carril bici

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