Dinero fuera de España

No todo lo que se tiene fuera de España debe tener mala prensa, salvo que se trate de un procedo ilícito para enriquecerse por alguna defraudación al sistema legal, lo que por desgracia ocurre con harta frecuencia. Hay muchos miles de españoles con dinero y propiedades fuera de España por razones de trabajo personal o de relaciones empresariales, aunque la mayor parte de su tiempo transcurra en su país de origen. Todo ello debe estar bien declarado a la Hacienda Pública para que tenga conocimiento y luego se han de pagar los impuestos que correspondan sobre este patrimonio.
La mayoría se rige por la legalidad para tener capital y propiedades en el exterior con el conocimiento del fisco. Hasta aquí todo es normal y legal, el problema surge cuando se pasan las fronteras inexistentes de Europa y se llevan los fajos de billetes a esconder a otro lugar, en el que solo se está por esta picaresca, no por motivos legales. Esto lleva aparejado que por culpa de unos listillos paguen el resto que cumplen sus obligaciones fiscales. No todos los que tienen fuera su capital son defraudadores, ni tienen por qué serlo. Cuando Hacienda señala a alguien, hay que pensar solo en esa persona concreta y no meter en el saco a los demás.
El destino preferido para estas inversiones es Suiza, que sigue siendo una gran captadora. Aunque no es el único país para acoger las inversiones españolas; le siguen Luxemburgo, el Reino Unido, Francia, Estados Unidos y Brasil, como las más importantes y así hasta completar una lista con un total de 22 principales países de Europa y América. De hecho, los españoles tienen fuera de nuestras fronteras y controlados por Hacienda casi 98.000 millones de euros, de los que algo más 20.000 millones se hallan en Suiza y otros 13.500 millones en Luxemburgo. El resto queda repartido entre los otros 20 países restantes.
Este control se realiza desde el año 2012 a través del modelo 720, que obliga al contribuyente a informar a la Hacienda Pública sobre cualquier bien que posea en el exterior y cuyo valor sobrepase los 50.000 euros. Así, desglosando este capital, hay 44.000 millones en acciones; otros 20.200 en fondos; 18.300 en cuentas bancarias; otros 11.600 en bienes inmuebles, y 3.600 en seguros de todo tipo; destacando el trasvase de cuentas y acciones, aumentado las primeras y descendiendo las segundas desde dicho año señalado.
Por tanto, tener cuentas, valores o patrimonio inmobiliario fuera de España no es un fraude, es una riqueza que paga sus impuestos en España con el control de Hacienda. Otra cosa es el defraudador profesional que se dedica al negocio sin control y en su propio beneficio. En este caso la ley tiene que ser implacable.

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