El endémico abandono de A Coruña

La ciudad coruñesa se parece al modelo político del siglo XIX, en el que cada gabinete entrante traía su reforma y dejaba sin ejecutar la del saliente. La cosa pinta mal, ya que el centro de la ciudad lleva años con diversos cambios de planes a gusto del inquilino del palacio municipal, pero no se acabe ninguno; todos quedan empezados o a medio hacer. Es el ejemplo de la calle de San Andrés, que lleva más de diez años a la espera de que alguna corporación decida qué hacer, después de los desastres urbanísticos ejecutados; una calle que no se sabe lo que es, ni para qué sirve. Que está a medio hacer y sin continuidad, lo que no gusta a sus moradores ni al resto de los coruñeses. Hay que ver otras ciudades de nuestro nivel y el cuidado que tienen en colocarla en la vanguardia, para su atracción turística, algo que no acontece con A Coruña.
El abandono es total, un cúmulo de hechos mal planteados y peor llevados a la práctica. Como la solana de la Marina-Parrote, imposible en verano y también en invierno. Si paseamos por los jardines de Méndez Núñez, los veremos de pena, por permitir el botellón en aquella zona noble de la ciudad, así como por los grandes canes sueltos, que destrozan plantas y flores, haciendo sus necesidades en el entorno. No es culpa de los canes, sino de sus dueños, que se saltan las normas a la torera y hacen lo que les viene en gana, cuando los jardines eran lugar de recreo de niños y ancianos. En la rosaleda nacen arbustos, pero no las rosas, ni claveles; es todo un erial aquella zona en otro tiempo orgullo de los coruñeses, con sus bancos pintados de colores. En el conjunto escultórico de todo aquel entorno la suciedad reina por doquier. Las esculturas carecen de sus letras, debido a que los vándalos se las han llevado como un trofeo y todo ello en completo descuido de unas figuras que son la historia de esta ciudad. La más llamativa es la dedicada a Daniel Carballo (que casi nadie sabe quién fue, salvo los dedicados a la historia), que corre el riesgo de desplomarse de seguir su abandono, cuando es la segunda más antigua de la ciudad. Otras como el estanque dedicado a Concepción Arenal (del arquitecto Rafael González Villar, hoy en periodo de restauración) sufre cuantiosos desperfectos. Y alcanza a la heroína María Pita, las losas de cuyo monumento, están fuera de alineación y en algunos puntos separadas.
La avenida de la Marina-Cantones-Linares Rivas, se encuentra en pésimas condiciones de asfaltado y es hora de hacerle un repaso por el bien de todos los coruñeses y de los que nos visitan. La Ciudad Alta tiene numerosas carencias y necesidades que hay que solucionar y así un largo listado que implica el abandono sistemático de las murallas defensivas, que acumula una vegetación que las coloniza de forma. La suciedad en las calles es tema de comentario; las máquinas barredoras de aceras manchan más que limpian, dejando sus galletas de grasa pegadas al suelo y no hay forma de sacarlas, solo con una espátula. A ver si la Marea nos sorprende y hace algo al respecto.

El endémico abandono de A Coruña

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