Investidura fallida

De nuevo se ha producido otro sonado fracaso en el tanteo de la investidura de Mariano Rajoy, al igual que antes lo fue de Pedro Sánchez, quien desde el pasado mes de diciembre se empecina en no dialogar constructivamente y en mantener su “no es no”. Se supone que un líder político que se precie debe ser tolerante y sobre todo tener capacidad de diálogo, algo que a Sánchez le falta en su apretada agenda. Además debe anteponer los intereses de España al propio de su ambición personal, pero esta deseoso, al igual que Pablo Iglesias, de perpetrar el asalto al poder, cuando ninguno de los dos está preparado para semejante empresa, para la que se necesita una experiencia que no poseen.
Rajoy no cae simpático a la clase política y tampoco a muchos ciudadanos que pusieron su confianza en él, debido a las medidas tomadas y no debidamente explicadas a la ciudadanía, lo que causó un gran hartazgo y desconfianza ante el electorado. Tendría razón en tomar esas medidas, pero no fueron explicadas por parte del presidente. Aunque esto ahora no es una excusa para que Sánchez se mantenga en su numantina postura y piense en una nueva cita electoral, que perjudica mucho a España, después de 260 días con un gobierno en funciones y camino de paralizar al país por la falta de presupuesto de cara al año venidero.
Esta irresponsabilidad de los socialistas y los podemitas, tendrá consecuencias electorales y les pasará factura si se convoca una nueva cita electoral. Sufrirán un serio varapalo, porque la ciudadanía observa que no les interesan sus problemas y tampoco el futuro de España, sino su propio aldabonazo político en su beneficio. Cuando a estas alturas tenían una oportunidad de oro para en una próxima legislatura situarse en la cabeza del pelotón, pues el fracaso popular auparía a los socialistas a ocupar la Moncloa. Pero en este caso será la gran oportunidad dilapidada por no saber calcular los tiempos y solo el ansia de llegar al poder bajo cualquier pretexto y condición.
Los socialistas han echado por tierra una gran oportunidad y, al final, lo que lograrán, si siguen en esta tesitura, será una representación poco más que residual y otros partidos más radicales de la izquierda les irán comiendo terreno en un Parlamento cada vez más atomizado y difícil de gobernar. Será un triste final para un partido de más de 120 años de existencia y que tantas decisiones tomó en la Historia de España.
De modo que si no hay acuerdo y me temo que no lo habrá, los españoles tendrán que acudir a nuevos a los comicios electorales y en ellos se verán retratadas las caras de los perdedores. Sería bueno para España que después de dos sonados fracasos, socialistas y populares cambiasen a sus líderes por otros con mayor capacidad de diálogo, porque hasta ahora han mantenido un diálogo de sordos. Y así nos va.

Investidura fallida

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