La amenaza separatista

Los separatistas catalanes han llevado al extremo más absurdo su amenaza de separarse de España, aunque sea un sueño efímero y de corta duración, además de conculcar todas las leyes y pisotear sus resoluciones, gracias a la lentitud de la justicia y la falta de aplicación de la misma, por eso han llegado en este país nunca pasa nada. Con esta excusa han puesto a España al borde del abismo en un trance de irresponsabilidad colectiva por parte de los independentistas que se han burlado de las leyes que les llevó a ocupar los puestos que han representado para escarnio de los españoles en su conjunto. No han tenido ni la mínima consideración con un pueblo que aprobó la Constitución y dejó a un lado sus diferencias históricas para hacer una España nueva y duradera y estos majaras se saltan las leyes y dejan un reguero de odio en su desesperada travesía a ninguna parte.
El día 27 de octubre pasará a la historia como el día de la infamia y la deslealtad al conjunto de la nación española, la cual está formada por 17 comunidades autónomas y cada una de ellas con sus particularidades especiales, porque esa diversidad hace de España algo único como nación, después de la tolerancia de todos sus ciudadanos a lo largo de la historia reciente, unos desalmados rompen el molde de la convivencia ciudadana en paz. El rancio postulado catalán de separarse de España, tiene sus inicios en 1873 en la Primera República, pero falló en su intento, lo volvió a repetir en 1931 y 1934 y también erró y ahora quiso hacerlo en 2017 y volvió a fracasar, son cuatro intentos fallidos y no sé si aprendieron.
Nadie sabe que puede suceder en los próximos días, Puigdemont, desde la asunción del poder ha jugado al gato y al ratón, nunca se sintió como un representante del Gobierno en Cataluña, sino más bien como el iluminado que debía implantar la IV república catalana y a su manera lo consiguió. Por tanto, ahora mismo, se considera presidente de dicha república y su séquito los ministros que le representan.
No estaría de más que el Tribunal Supremo retirase de forma urgente el aforamiento a todos los miembros cesados por el Gobierno, debido a que puede acontecer que al querer acceder al palacio de la Generalitat, se le impidiese y pasase su gabinete a otro lugar bajo el amparo de sus huestes más radicales del catalanismo. Lo que conllevaría tener graves incidentes de orden público en las calles y las fuerzas de seguridad en apuros para sofocar una rebelión popular en toda regla.
Puigdemont en su última aparición puso el énfasis en sentirse acorralado y que seguiría luchando hasta el final, lo cual se interpreta que se apoya en un ciego sentimiento y que es más fuerte que las advertencias que vienen del Gobierno español. Esto es lo que hace al radicalismo catalán no dar su brazo a torcer y no reconocer más ley que la emanada de su propio estatus. La situación se aclarará en los próximos días y se sabrá por donde va la dirección que seguirá el radicalismo catalán, el precipicio está a sus píes y la salvación en la nueva convocatoria electoral. ¿Quizás?

La amenaza separatista

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