Balada tristona

Aludo a la composición donde se cuentan fábulas o sucesos románticos. Por extensión a música de ritmo lento y emotivo. Y hoy mi guitarra canta impotencias, desplantes y fracasos de todas clases… Por ejemplo, la desilusión hilarante de aquel Nobel de la Paz concedido a Barack Obama –que se las prometía muy felices– y ahora, que ha terminado su mandato, el mundo se ha visto sacudido por mil guerras e incluso la gran nación, gendarme del mundo, no ha sido capaz de domesticar su país.
“Porque si poco a poco dejas de quererme, reflexionaba Neruda, dejaré de quererte poco a poco”. Como sucede con las Mareas y Podemos, que han anegado nuestros ayuntamientos y diputaciones sin cumplir ninguna promesa anunciada y sembrando nepotismo al nombrar a familiares y amiguetes sin otros con más derechos.
Porque el hombre –asegura el árabe– no puede saltar fuera de su sombra. Y entonces las tardes de fútbol se rompen en mil pedazos, me ponen de malhumor y no consigo dormir si lo hace mal mi Deportiviño del alma… “el corazón se desangra/ en una luz de cuchillos/ y por la boca me corre/ un viento de escalofrío. ¿Porqué llorará el silencio riazoreño/ las tardes de los domingo?”.
Porque arrolla tanta ingeniería social populista. El lamentable estado de nuestra urbe –suciedad, atascos de tráfico, inoperancia de listillos– tienen nombre de ascendencia griega “Xulio Ferreeiro, Varoufakis de a Gaiteira” con marca de nasía pa’gana”: Una mujer –La Coruña– robó mi alma,/ otra mujer deseó mi cuerpo/ ninguna de las dos vino a buscarme…
Porque los trastes de las seis cuerdas propagan el amor entre Venus y Marte y sus derivaciones colaterales: el amor y el odio… Únicamente así puede explicarse el resentimiento de la Ley de Memez Histérica, pretendiendo escribir de nuevo la Historia.

Balada tristona

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