Garbiñe Muguruza, sacrificio y fe

Somos cojonudos. Una marca internacional que se dimensiona día a día cualquiera que sea la actividad elegida: deportiva, industrial, empresarial, investigadora, cultural. A partir de ya, Wimbledon, templo de la raqueta mundial, se escribe Garbiñe Muguruza al ganar la última ensaladera. Acompañada por Conchita Martínez su entrenadora física, técnica y psicológa superando la batalla del All England Tenis. Hace dos años fue el Roland Garros y a la sazón la hierba. Detrás de la hazaña hay una tonelada de horas de trabajo y una fe decidida por superarse… No obstante, no han tardado en aparecer los gafes de negra ala de cuervo. “Casualidades”. “Un ruidoso fracaso que el azar transformó en éxito”. Quienes no dan palo al agua son negativos en sus afirmaciones. No desearon nuestro triunfo y si acaso aluden a una intervención de Isabel II en la recepción de nuestros reyes, Felipe y Leticia.
Sin embargo, a esta gran nación que marcha viento en popa algunos quieren romperle las velas o poner palos en las ruedas para que descarrile. Hay mucho vago que vive de las subvenciones o se apaña en un sindicato o partido político diciendo a todo que sí. Viven del mogollón. No formulan preguntas. No indagan respuestas. Lo que hacen los suyos es bueno y lo de las demás circunscripciones malo. Únicamente tienen valores exquisitos salva patrias.
Todos aspiran a chupar la teta del Estado y buscan en sus entretelas funcionales el secreto del acierto. Que el Ejecutivo marche adelante con sus planes, que nuestros primeros cerebros se sequen en la investigación, que las grandes y medianas empresas pugnen por bajar el paro y mejorar la producción, merecen el ¡vade retro! De tanto sacristán de feria que niega nuestro progreso, las fuentes creadoras de riqueza y los vientos nuevos de las clases medias que empujan al puerto de la España eterna, responsable, solidaria y maravillosa que todos llevamos guardada en el corazón.

Garbiñe Muguruza, sacrificio y fe

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