Indolencia municipal

Cuando desperté –el cuento más breve jamás leído– todavia el monstruo estaba sobre la cama. También pienso si me habrán metamorfoseado como aquel bichajo de Kafka; o sufro la huelga de los funcionarios de justicia –que no inscriben nacimientos ni anotan óbitos– enel proceso narrado por el alucinante autor praguense, ignorando quién le habría incoado juicio sin explicación... Atravieso etapa paralela al despertarme hoy en una viñeta de Ibáñez. Estoy preso del TBO y el mundo mágico que trasmitían sus héroes: repórter Tribulete, Otillo, las hermanas Gilda, comunidad de propietarios Rúe del Percebe 13, los científicos inventos todo terreno o, entre otros muchos, los sabuesos de la Tía, Mortadelo y Filemón. Suspiro por si los últimos nos echan una mano para salir del marasmo municipal donde En Marea nos tiene sumidos.
Una indolencia inacabada. Sin funcionar ni a derechas ni a izquierdas como señalan aguda y festivamente los “aturuxos” filosóficos conque nuestro periódico sorprende todos los días. Los nacidos para ganar vuelan a repartir dinero a los pobres de la tierra... y lo que hacen es practicar el nepotismo más feroz, favorecer con contratos a sus amiguetes, dar concesiones y administraciones de bienes públicos a paniaguados y conmilitones. Mientras el asfalto de las calzadas tiene baches y las aceras arrugas como es lógico para quienes no conocen el toque de una plancha en su vestimenta. 
Incluso parece dispuestos a armar a los ediles simpatizantes con fusiles de asalto en orden a cazar ratas. ¿Meditan la delicada situación de estos concejales si los malditos roedores transmitieran la peste bubónica o el cólera y la piedad vecinal las exigiera sacar en procesión a la Virgen de los Dolores, a ellos que se declaran ateos? ¿O en el túnel de María Pita el mismísimo Neptuno pinchara con su tridente en el culo a los automovilistas que dieron su voto a los mareantes que les hablaron de pájaros de colores?

 

Indolencia municipal

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