Perlas del Atlántico

Padecemos una primavera mortal donde escapan los cielos azules y los mares alcanzan talante bravucón con olas hoscas y ceñudas. Y regueros de brea llenando el horizonte. Urge cambiar e indagar en horas de bonanza y reflexión. Así uno indaga en una selecta colección de citas y los historiadores y las mujeres que las llenan.
Por eso saltamos al hermoso “Madrigal” de Gutierre de Cetina: Ojos Claros,/ si de un dulce mirar sois alabados,/ ¿por qué si me miráis miráis airados?/ Si más piadosos/ sois más bellos a aquel que os mira./ No me miréis con ira,/ porque me parezcáis menos hermosos”. Gómez de la Serna lo definió como madrigal de urgencia para distinguirlos de otros zafios y groseros.
Las palabras tienen sonrisas. Cervantes aseguraba que ni una hoja del cielo se movía sin la voluntad de Dios y ese mismo Dios cuando pasa bailando lo hace al lado nuestro.
En una pared medio en ruinas dejó escrito con grafiti: “Una mujer robó mi alma,/ otra deseó mi cuerpo/ ninguna de dos vino a buscarme...”. Pero no debemos olvidarnos la cruel derrota inferida a la República de Diego la Plata que en Argentina la más linda se queda con el boludo...
Lo cierto es que por fas o nefas meamos fuera del tiesto. Porque la retranca es mía y nadie puede arrebatármela. Por un lado, ya vas y por el otro hay que ir. Ya el bueno de Woody Allen alababa el porvenir porque en ese futuro es donde viviré.
Y de recordar epitafios Groucho Marx confesaba: “Dios ha muerto. Zaratustra ha muerto. Yo me encuentro muy bien”. O el simpar Miguel Mihura que ordenó poner en su lápida mortuoria: “!Ya decía yo que este médico no me parecía muy bueno!”.

Perlas del Atlántico

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