LA ROYAL NAVY Y MARCELINO

Los llanitos de Gibraltar no paran de tirar grandes bloques de hormigón y piedra para largar el área de la soberanía británica aunque –según el nefasto tratado de Utrech– vertiéndolos en aguas jurisdiccionales españolas. Olvidan el Derecho Internacional enunciado por nuestro Padre Victoria y su enunciado del mar libre. Quizás los filibusteros vecinos del sur quieren construir otro puerto como Punta Langosteira. Lo malo para nuestro país –frente a la u8nidad de la “pérfida Albión– son los fantasmas familiares que nos azotan y descomponen. Sin embargo ahora, por desgracia para ellos, ante la dejación suicida del pasado Gobierno socialista han tropezado con un Ejecutivo que, sin menoscabo de sentarse a negociar todos los problemas y soluciones, muestran firmeza al defender a capa y espada los intereses patrios. Claro que ante la comprometida situación el sobrino gobernador zumosol no ha dudado en llamar al matón del barrio para que acuda a auxiliarle. Paradoja en las relaciones diplomáticas de dos grandes naciones discutiendo por un quítame allá esas pajas. Así la Royal Navy (otro tiempo poderosa reina de los mares y gestora de un gran imperio, ahora en franca decadencia) surca con sus barcos el estreno homónimo y desafía con una guerra... Seguro que sería factible arreglar tan peliagudo conflicto si aún viviera entre nosotros Marcelino, mister Lucky. Un tipo muy popular en la década de los cuarenta del siglo pasado. Siempre atildado y serio, paseando Cantones y calle REal, jubilado de la policía neoyorquina. Cierto que estaba un tanto ido y la imaginación lo desbordaba. Pese a ello, era inteligente y avispado... Como la propuesta que le había ofrecido el presidente norteamericano Roosevelt para combatir los submarinos alemanes que atacaban los convoyes aliados: “adoquinar el océano Atlántico”. ¿Perseguirá esta solución Gibraltar hasta África?

LA ROYAL NAVY Y MARCELINO

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