Enaltecer lo humano

El mundo es un continuo insulto, un continuado desdén hacia lo humano y la humanidad, realidad que constatamos y rechazamos a diario. Y es que no cabe ignorar tanta barbarie, tanta brutalidad. Y no lo hacemos, condenamos esos crímenes con rotundidad.
Y si entendemos que alguien no lo hace se lo reprochamos con dureza, y aún más, si el regaño se realiza en el ámbito de las tensiones políticas. Cuántos debates no hemos visto exigiendo condenar a los dictadores y sus procedimientos.
En cuántos no hemos oído a nuestros representantes insultarse por sentir como un insulto el dar pábulo a la violencia como forma de participar en los asuntos públicos. Y en todos ellos, sea cual sea nuestro pensamiento político, hallamos razón, porque la razón que ordena es la humana y la humanidad de nuestros actos.
Por eso no se puede sentir sino como una afrenta que personas y partidos aparentemente beligerantes con esa laxa actitud frente a los autoritarismos, esos que dicen condenar la violencia y sus consecuencias, se opongan a que se castigue el insultar a las víctimas de esos desmanes, porque eso es el enaltecimiento del terrorismo, sin que aminore el desdén el hecho de invocar la libertad de expresión, o la recomendación de juristas que se dicen progresistas o instituciones que afirman defender los derechos humanos.
Y no lo es por la sencilla razón de que no cabe otra expresión y otra defensa que aquella que define y defiende lo humano.

Enaltecer lo humano

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