“Betanzos existe”

ayer martes compartí tertulia con tres amigos en Betanzos y escuchando la votación de la investidura que finiquita el Régimen del 78 que nos dio cuarenta años de estabilidad y progreso, recordamos a Pedro Rodríguez, el cronista de la Transición que recomendaba a los políticos visitar Betanzos donde iban a encontrar el ambiente relajante y la sensibilidad política que les ayudaría a mejorar su instinto político y a suavizar las formas en la gestión pública. 
Como primera conclusión convinimos que, con la actual polarización política y fragmentación parlamentaria, Pedro Rodríguez promocionaría hoy en sus crónicas la candidatura “Betanzos existe”. 
Pero no para conformar un cantón independentista o para pedir el asfaltado de una carretera y la continuidad de la taquilla del tren, que dicen son las conquistas de “Teruel existe”. El periodista volvería a recomendar a los políticos de hoy que recalaran en Betanzos en busca de sosiego y “sentidiño”, que es la capacidad de actuar de manera razonable, como terapia para hacer desaparecer odios y rencores, recuperar la estabilidad política y la tranquilidad ciudadana.  
Betanzos tiene esa capacidad empática que avalan su pasado fecundo y su grandeza histórica y sigue teniendo hoy ese atractivo especial como lugar de encuentro que cautiva y sosiega al visitante. Señalaba José R. Vázquez Liñeiro que ningún pueblo iguala su fino humor, el hechizo de sus tabernas, el esplendor de sus fiestas y su encanto como ciudad rebosante de buenos sentimientos. Tiene, además, una singularidad imbatible como es la tortilla, su seña de identidad gastronómica que satisface los paladares más exigentes. 
Por eso, los políticos de ahora deberían experimentar el paseo por sus calles y plazas y sentarse después delante de una tortilla que templa los ánimos, ayuda a relativizar posiciones políticas y enseña que ni un solo partido, ni ningún político son el centro del universo. 
Pero lo que acabo de contar fueron disquisiciones que llevaron a cuatro amiguetes a recordar la altura de miras de los políticos de la Transición y a una segunda conclusión: el sentido de Estado y la capacidad de consenso de aquella clase política parecen irrecuperables hoy después del pacto temerario para la investidura y de escuchar a dos bloques enfrentados en un “diálogo de sordos” que no dejará dormir al 95 por cien de los españoles. 
Por cierto, cuestionadas la Constitución, la bandera y el himno, la tortilla puede alcanzar la categoría de ser el único símbolo que una a los españoles. “Betanzos existe, siempre cálido y acogedor, espera que políticos y ciudadanos vengan a saborearla. 

“Betanzos existe”

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