Ciutadans de Catalunya!

El 23 de octubre se cumplieron 40 años de la vuelta de Josep Tarradellas a Cataluña, una efeméride singular que fue devorada por la vorágine de los acontecimientos en la comunidad.
Aquel día, el veterano político recibió los aplausos de una muchedumbre entusiasmada, en las calles de Barcelona y desde el balcón de la sede del gobierno saludó a los catalanes con unas palabras que quedaron para la historia: “Ciutadans de Catalunya! Ja sóc aquí”. Regresaba de un exilio de 37 años para presidir la Generalitat y con él Cataluña recobraba la autonomía que en pocos años alcanzaría un nivel de competencias mayor que el de cualquier región de las naciones de nuestro entorno.
A sus 78 años, Tarradellas era un político sensato, constructivo y patriota, tenía sentido de Estado y desde su sabiduría consolidada por la experiencia decía a los colaboradores “hagan lo que quieran, menos el ridículo”.
Cosas del destino. En la misma semana de este aniversario, la Generalitat fue intervenida y el Estado aplicó el 155 de la Constitución para recuperar la normalidad de la autonomía. Sin entrar en otros detalles, una de las causas que llevó a esta situación hay que buscarla en que sus sucesores, antes Pujol y Mas y ahora el destituido Puigdemont, no aceptaron aquel consejo e hicieron el ridículo político proclamando la independencia en una sesión parlamentaria cutre y cobarde, contra la legalidad y con una hoja de ruta que era una gran mentira.
El independentismo es un sentimiento y una aspiración legítima que en democracia debe ser conquistado cumpliendo las leyes, como haría Tarradellas. Pero los dirigentes que gobernaron Cataluña hasta el sábado huyeron de todo pensamiento racional y utilizaron la Institución para chulear al Estado, montar una legalidad paralela, despreciar a los catalanes no independentistas y a los demás españoles. Recuperaron sus fantasías identitarias y encabezaron un movimiento separatista y desintegrador que tiene poca cabida en un mundo globalizado.
La semana pasada estaban tan ocupados en su delirio que ni se acordaron del aniversario del regreso del Honorable Tarradellas. Cuarenta años después se dedican a destrozar la economía catalana y española, a romper la convivencia entre los catalanes, a cambiar la imagen consolidada de la Cataluña moderna, plural y de progreso por una Cataluña encerrada en sí y a mentir sobre España, que es democrática, abierta y tolerante. La historia no les absolverá.

Ciutadans de Catalunya!

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