El mensaje del Rey

Discrepo de un analista político que afirmó que el mensaje navideño del Rey caería en el olvido a los dos días. Mi discrepancia se fundamenta en que la intervención real gustó al 81 % de los españoles -sondeo de NC Report- que consideró el mensaje atinado en su contenido y pronunciado con la convicción que tienen las personas que sienten lo que están diciendo. 

Por tanto, será recordado porque el Jefe del Estado “empatizó” con los ciudadanos enumerando los problemas que les afectaron en el año de la peste: el vacío que dejaron los fallecidos; los miles de contagiados; los trabajadores en el paro o en ERTE; el desempleo de los jóvenes; la vigencia de la Constitución y de los “principios éticos y morales que nos obligan a todos”, también a su padre, y finalizó abriendo la puerta a la esperanza porque “vamos a recuperar la normalidad”. 

Quienes deberían recordar el mensaje son los gobernantes. El Rey dejó un prontuario  que los dirigentes políticos, cada uno en su papel, han de considerar para mejorar la gestión de la pandemia; recuperar la actividad económica; integrar a los jóvenes en el mercado laboral; cumplir la Constitución “fundamental en nuestra convivencia” y levantar el ánimo de la gente que vive asustada ante un futuro muy incierto. 
Pero cuando el Rey habla los políticos no practican la “escucha activa” y, diga lo que diga, tiran del guion del partido, unos para aplaudir sus palabras, otros para rechazarlas y unos terceros se quedan en un sí con salvedades. 

Censurar el mensaje del Rey entra en su libertad de expresión. Nada que objetar a que independentistas catalanes, nacionalistas vascos, Podemos, sectores del PSOE y otros lo juzguen con rigor desmedido y exijan a la Casa Real -incluso por ley- transparencia, rendición de cuentas, renovación y ejemplaridad. 

Pero tal exigencia resulta grotesca cuando políticos y partidos (también el PP, aunque aplaudió el mensaje real) no practican esos valores. Ni se renuevan, ni son transparentes, ni modélicos en sus trayectorias –comprueben en la red los casos de corrupción juzgados y pendientes de juicio en cada una de las formaciones–. Al contrario, mantienen formas dictatoriales, son inmovilistas y opacos para ocultar sus miserias. 

Se puede ser monárquico o republicano, pero hay que decir que este Rey es el mejor servidor público que tiene España, supera a todos los políticos. Su formación y prestancia, su respeto a la Constitución y ejemplaridad como Jefe de Estado deja en evidencia a los que le critican y a los que se declaran antisistema y rechazan este régimen constitucional, pero viven confortablemente a cuenta del Estado que quieren destruir. Si escucharan más al Rey serían más coherentes. 

El mensaje del Rey

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