¿Hará el ridículo el Gobierno en Barcelona?

El Gobierno de España va a reunirse en Barcelona pero no en su sede oficial, sino en la Casa Llotja de Mar, que es la sede de la Cámara de Comercio y de otras entidades como la Real Academia Catalana de Bellas Artes. ¿Lo hace para tener una sala más grande que la que ocupó recientemente en Sevilla en otro Consejo de Ministros? No sería necesario. ¿Lo hace para estar más cerca del Palau de la Generalitat, de cara a una visita de Pedro Sánchez a Quim Torra? Puede ser, ya que gana un kilómetro, pero teniendo en cuenta cómo se mueve el presidente del Gobierno un kilómetro arriba o abajo no es nada. ¿Lo hace por seguridad? También puede ser, pero mala señal que el Gobierno no pueda reunirse en su propia casa de Barcelona.

Si España es un estado normal y su Gobierno decide reunirse en otra ciudad distinta de Madrid, lo sensato es que lo haga en su sede oficial; léase la Delegación del Gobierno, que en Barcelona ocupa el palacio Ramón Montaner. De hecho, así lo hizo el Ejecutivo de Pedro Sánchez cuando se dio cita en Sevilla. Es verdad que ha habido Consejos de Ministros fuera de las delegaciones gubernamentales –por ejemplo en A Coruña en el palacio municipal de María Pita–, pero eso tampoco quiere decir nada. Y la apelación a que la Casa Llotja de Mar tiene mejores salones resulta pretenciosa y deja en mal lugar a quien eligió la sala del Consejo celebrado en Sevilla. De hecho, el salón en el que se reunió el Gobierno en Sevilla es similar a la sala principal de la Delegación del Gobierno en Barcelona, cuya sede queda por cierto próxima a la plaza Sant Jaume, sede de la Generalitat de Cataluña.

Sánchez casi podría ir a pie a saludar a Quim Torra –apenas hay un par de kilómetros–, pero en coche, con motoristas, le llevaría dos o tres minutos; ocho si fuese callejeando como cualquier otro ciudadano desde carrer Mallorca a la plaza de Sant Jordi, bajando por Carrer de Pau Claris y Vía Laietana. En cambio, al reunirse en la Casa Llotja de Mar se acerca un poco más a la plaza Sant Jaume y al despacho de Quim Torra, ya que desde Passeig d’Isabel II hasta el Palau de la Generalitat hay menos de un kilómetro. Un paseo, en llano. Si no bloquean la calle, claro. Si así fuese habría que darle la razón a José Antonio Zarzalejos cuando le advierte a Pedro Sánchez de que el verdadero propósito de Torra es arrasar la institucionalización autonómica para que se instale otra futura republicana.

El mero relato de este tipo de cosas ya denota que España no es un país normal y que Cataluña no es una comunidad autónoma normal. Pero si le añadimos que serán necesarios ¡más de 9.000 agentes! –mossos, policías, guardias civiles y guardias urbanos– para blindar Barcelona el próximo viernes 21 de diciembre, la fecha del Consejo de Ministros, parece evidente que hablamos de una ciudad sin ley. ¿Pero alguien se puede creer que Barcelona es realmente una ciudad sin ley como en los años 20? Lo más preocupante es que se lo crea el Gobierno, porque podría estar haciendo el ridículo al movilizar a miles de agentes. Tanto si es una ciudad sin ley como si no lo es. En el primer caso, su problema sería de máxima gravedad; en el segundo, denotaría lo que todos sabemos... ante un Govern que considera una provocación la celebración de un Consejo de Ministros en la capital de Cataluña.

¿Hará el ridículo el Gobierno en Barcelona?

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