Cambiar el mundo

Éramos muy jóvenes. Pretendíamos cambiar el mundo, para eso nos reuníamos ilusionados, todas las semanas. Nuestras reflexiones y argumentos eran evidentemente lógicos y positivos, pero irreales y utópicos, mirando lo que sucedía en el mundo tras el cristal del único canal del televisor. Pasado el tiempo nos damos cuenta de que, después de haber transcurrido más de treinta años, sigue vigente esa misma esperanza y perduran enquistados los mismos problemas y dificultades para conseguir un planeta más habitable y un mundo más justo. 
Cada uno de nosotros buscamos o pudimos encontrar nuestro sendero vital. Unos amigos y compañeros a través del arduo y peligroso trabajo en la pesca, otros en la construcción y algunos privilegiados pudimos cursar estudios universitarios. A algunos compañeros el mundo les ha cambiado, no supieron o no quisieron nadar contra corriente. Ahora, la mayoría estamos casados o vivimos en pareja, tenemos familia, hijos ya mayores, algunos son abuelos y mirando hacia atrás nos inunda la nostalgia de la feliz adolescencia y juventud. Nos gustaría transmitir algunos de aquellos “valores” a nuestros hijos. En eso estamos, pero cuesta. Ya no es suficiente con las buenas palabras o retóricos discursos, quieren ver los ejemplos en nosotros mismos.
Es una tarea difícil, pero intentaremos que no pierdan la esperanza y la ilusión en el futuro. Ellos tienen que ser los impulsores y protagonistas de una nueva sociedad cargada de valores, en la que nadie se encuentre excluido y donde todos tengan los mismos derechos.

Cambiar el mundo

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